En la vida, como en la película 500 días con ella, dividimos nuestra existencia en dos mundos: el de las expectativas y el de la realidad.
La etapa terminando la universidad no es la excepción a ésta ambivalencia.
Aventamos con euforia e ilusión los birretes al aire, pensando en la interesante y maravillosa vida que nos espera tras terminar con el último examen final de la carrera.
En un inicio, las cosas parecen seguir la senda de la fantasía post universitaria: la foto generacional, el estrenar un hermoso vestido o el smoking más elegante en la fiesta de graduación que por años habíamos esperado con ansias... Una auténtica historia de película de Hollywood.
Las expectativas de una gran mayoría de nosotros tras acabar la universidad, se dirigen hacia la posibilidad de encontrar un buen trabajo que te permita ejercer con gusto la profesión a la que le dedicaste tantos esfuerzos, con oficinas ubicadas en un glamuroso sitio de la ciudad con vista panorámica, que te haga viajar alrededor del mundo y en el que trabajes sin ser explotado; así como usted lo vio en televisión. Acto seguido, que dicho trabajo te permita la pronta independencia de tus padres, porque ¿quién de ustedes a sus veintitantos desearía seguir arriesgando su privacidad bajo la esclavitud económica de sus cada vez más entrometidos progenitores? Así que todos pensamos en un coqueto departamento alejado del control parental, para hacer y deshacer al gusto nuestra propia vida. A fin de cuentas, ya tenemos con qué sostenernos; haciendo y deshaciendo en nuestra vida, al fin son válidos los fines de semana perdidos en la playa o de camping con los amigos; las fiestas sin control, las noches de antro; y de éstas salvajes expediciones no se sabe qué tan ingenioso pueda ser el destino para cruzar caminos con tu media naranja o manzana. Qué comercial para compañía de telefonía celular o bebida alcohólica de reconocida marca...
Después de un idílico periodo de romance, entonces es momento de ponerse serios y así como ocurre en la publicidad de toda joyería, llegan las oleadas de propuestas matrimoniales; entonces si no eres padrino o madrina de bodas o dama de honor de tu mejor amig@, es porque quizá eres quien se casará. Y posteriormente pasamos a publicitar marcas de equipos todo terreno para bebés y niños pequeños.
Tan lineales, tan ideales nosotros.
Eso es lo que consciente o inconscientemente queremos de nuestras vidas, o más bien, lo que la sociedad en conjunto espera de cada recién graduado/titulado.
Pero enfrentemos el hecho de que NUNCA le daremos gusto a los demás, siempre habrá algo que nos falte para completar esa cadena de perfectas expectativas que líneas atrás describí.
Es muy frecuente que cualquier persona conocida te extienda una felicitación por haber terminado tu carrera, pero enseguida te lance la incómoda y obvia pregunta: ¿Y ya trabajas?
Si les respondes afirmativamente, entonces viene el accesorio a la pregunta principal: ¿en dónde y cuánto ganas?
De cualquier manera, la respuesta puede generar o tanta admiración que el resto de la conversación se encause a la intromisión en tu vida amorosa, o bien, no genere la sorpresa de la persona por ser un simple trabajo con bajo sueldo donde deberías aspirar a más de lo que ya estás haciendo.
Si respondes negativamente, no falta la odiosa mirada compasiva diciéndote: pobrecito, no das una... pero ya encontrarás algo por ahí o bien, el gesto de desaprobación seguido de una frase para crearte presión y hacerte sentir inútil: pues ya deberías comenzar a hacer algo, ¿porque así cómo piensas avanzar? Y viene la odiosa comparación: fulanit@ por ejemplo, ya está en X empresa/despacho/secretaría y le va bien. No te haría mal intentar lo que él o ella.
Es muy molesto encontrarte con gente así, total: ¿qué les importa si es tu vida?
Y aquí empieza lo interesante: LA REALIDAD.
Lo que esa sociedad tanto nos critica y demanda tan superficialmente son situaciones que ignora por completo.
Para empezar, todo veinteañero post universitario necesita reestablecerse mental y emocionalmente para superar el trance de romper con una rutina a la que lleva 17 años acostumbrado; no es sencillo que de la noche a la mañana, te bajen del automóvil a media carretera y sin una sola señal que te indique hacia dónde dirigirte. (Al respecto de ésto, les recomiendo una película muy ad hoc al tema de la vida post universitaria llamada Reality Bites)
Con lo anterior quiero decir que si bien recibimos mucha instrucción académica, nadie salvo nuestra propia persona tendrá que ir trazando una ruta para salir del incierto vacío existencial y temporal que se da en el periodo de tiempo que va de la graduación a la titulación, y de la titulación en adelante. Quien tenga la fortuna de haber conseguido un empleo incluso antes de titularse, mis respetos; pero existimos ciertos mortales que aún no ingresamos al mercado laboral sea por voluntad o por las difíciles circunstancias de competencia casi caníbal por los empleos, a escala de una vacante por 25 candidatos.
Aquí viene lo interesante, porque en un mundo de feroz competencia a la que ya deberíamos estar más que acostumbrados (los lugares en primaria, secundaria, preparatoria y universidad los ganamos precisamente compitiendo contra otros) el nivel de competidores y de la contienda misma va aumentando.
Hace poco había manifestado en Facebook con bastante sorpresa y cierta molestia lo comunes que se están volviendo los titulados con mención honorífica en mi profesión (abogada); ahora no importa si te mataste obteniendo un promedio de excelencia y cumpliendo en tiempo y forma con todos los créditos de la carrera, o quemando energía y nervios para hacer una tesis, si el título y sus honores salen por el mismo precio de cursar un diplomado. Aclaro, no estoy en favor o en contra de ninguna modalidad de titulación, pero notemos que el acceso a una licenciatura (y especialmente para la carrera de Derecho) se está facilitando demasiado, lo que incrementa el número de personas contra las que deberás pelear una vacante de empleo.
¡Ojo! para aquellos que piensan que la Licenciatura es su pase directo al éxito profesional, les digo que están en una dirección equivocada, manteniendo una idea de hace 20 años.
Hoy en día, se necesita más que el sólo título de Licenciado en... con Mención honorífica, para un insaciable mercado laboral que te exige condiciones cada vez más difíciles de satisfacer:
1. Experiencia
Te piden 23 años de edad en los cuáles deber haber recabado 20 años de experiencia laboral (ésto último es una evidente exageración, pero todos saben a qué me refiero); cuando tienes esos años de experiencia, igual no les sirves a los empleadores porque ya tienes demasiados años de edad. Por inexperto o demasiado experto te niegan de todos modos una oportunidad de desempeñarte como profesionista ¿Alguien entiende ésto?
Piden que estés ya licenciado para ejercer a tus 20's y con experiencia, pero a veces es casi imposible equilibrar las exigencias de un trabajo que te de esa experiencia con los deberes escolares que te demanda una carrera universitaria. Es así que he visto cómo muchos de mis colegas de profesión se quedan entre azul y buenas noches en un largo peregrinar hacia la obtención de su título profesional, pero a cambio con un puesto de trabajo que ya quisiera tener algún recién titulado que no dedicó su tiempo a otra cosa más que a estudiar la carrera. Ni modo, dicen que no puedes tener todo en ésta vida, y que lo que tengas es resultado de las decisiones que tomes; estudias o trabajas.
2. Saber otros idiomas.
Antes de nuestra llegada al mundo como modelos 1988 a 1990, haberse recibido de una academia comercial para ser secretari@ ejecutiva bilingüe es lo que hoy titularse como Licenciado con dominio del idioma inglés.
Cada día los centros de empleo adquieren un carácter más transnacional, y si a ello le sumamos que China es ahora primera potencia mundial con el mayor número de habitantes en el planeta... creo que la exigencia hacia todo profesionista recién titulado es sumamente obvia: el chino mandarín es el nuevo inglés.
Y si es posible, aviéntate al japonés, al alemán, coreano... etc., etc. Y no nos confiemos porque exista el traductor de Google; el muy traidor tiene bastantes fallas gramaticales que te harán quedar en vergüenza con tus socios y clientes extranjeros si abusas de éste.
3. Tener una maestría y si puedes, un Doctorado.
Aquí se presenta una enoorme dicotomía: o le entras al ruedo laboral para ganar esa experiencia que tanto te piden en un trabajo medianamente pagado como Licenciado, o evades un ratito más esa realidad para ganarte otro grado que te promete una mejor paga que la que tendrías sin él (ésto último es claramente un mito); y mientras tanto el tiempo sigue corriendo y menos contratable te haces con los años que le dedicas a una maestría y al doctorado...ahí es decisión de cada quién, y personalmente creo que el asunto de la paga depende más de factores como el desempeño profesional, y tu habilidad para las relaciones públicas.
4. Tener una segunda carrera.
¿Abogado y piloto de la Academia del aire? ¿Veterinario y Chef? Contratado!
No estoy bromeando, hoy en día los empleadores encuentran atractivo que un profesionista sea multifuncional. Quizá no con los sarcásticos contrastes que hice, pero si eres algo más que sólo profesional de una carrera atraes miradas, y mejor aún, tienes mayores posibilidades de subsistir. Ésta es una moderna forma de adaptación de la que Darwin ya no llegó a conocer.
Eso sí, volvemos a la descompensación ocupacional que implica trabajar y estudiar al mismo tiempo, aunque hoy en día están las opciones de educación abierta y a distancia. Y por otra parte, recordemos que como en los posgrados, en la segunda carrera importa más lo que realmente sabes hacer que toda la teoría que estás absorbiendo. Más vale 10 en la vida que 10 en la escuela.
5. Diplomados, cursos, cursos y más cursos...
Si tienes cómo solventar las considerables cantidades a pagar por alguno de éstos extra curriculares y el tiempo suficiente, felicidades.
Como es posible observar, aunque medio mundo te critique por no haber conseguido empleo saliendo de la carrera, no hay motivo para sentirse mal por ello; antes de comenzar con un empleo, se necesitan éstas armas que mencioné y otras tantas más que no se consiguen en institutos, escuelas, colegios o universidades; díganme ¿acaso hay alguna escuela que te enseñe a crearte plena seguridad en tí mismo o que te haga experto en relaciones humanas que tan necesarias y útiles son para conseguir un buen trabajo?
¡Al diablo con la idea de mortificarse por cumplirle a la sociedad con un trabajo medio mal pagado que ni siquiera te gusta por no verte criticado o como un fracasado!
Que tengas un auto y lo estés manejando aunque ni siquiera te guste el rumbo que estás tomando no es sinónimo de éxito por escalafón. La idea es hacer lo que a uno le guste, aunque nos tome un tiempo encontrarlo.
Claro que tampoco falta el colega que trabaja en el gobierno y se siente el futuro líder político del país que mira por encima del hombro a aquellos que tienen un trabajo más modesto que el suyo y que no se mide en realizar comentarios hirientes al respecto, llamándole a esos empleos de godínez piteros.
Sólo puedo decirle a esos compañeros: ¿acaso desde su alta posición ayudarán a esos godínez piteros a mejorar sus condiciones o los seguirán pisoteando con sus humillaciones? De no ayudarles, a buenos futuros líderes nos arrimamos. (Ya abordaré éste caso en mi post Ego de colegas, espérenlo)
Por otra parte, algunos de nosotros estamos viendo cierta inclinación por otros campos que distan mucho de la profesión cuyo título poseemos. Personalmente por el momento no me va muy bien que digamos pensar en audiencias, tribunales, litigio y demás semántica relativa a la abogacía; muchos se sentirán identificados.
¿Y qué?
¿Quién quita que tengamos éxito y realización el alguna actividad que para nada tenga que ver con la carrera? Eso, contrario a como muchas personas piensan, no tiene absolutamente nada de malo.
Mientras nosotros nos sintamos realizados, felices y cómodos con lo que estamos haciendo, lo que otros hagan o digan sale sobrando totalmente.
Así que oídos sordos a juicios ajenos respecto de nuestras vidas, y no bajemos la guardia!
With all my loving:
Emma.
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