Eso que hoy en día denominan 'bullying' no es un fenómeno nuevo que se expande cual pandemia por el país como se nos ha hecho creer; ha existido desde décadas atrás y muchos de nosotros inclusive lo padecimos; sólo que últimamente, ocurre que tanto los medios de comunicación como las redes sociales, han visto en éste flagelo social un potente espectáculo morboso con tintes incluso apologéticos (difundiendo viralmente las agresiones grabadas o fotografiadas y haciendo toda una historia sobre las mismas) al que enmascaran a modo de denuncia, y por otro lado, que el tono de las agresiones entre estudiantes ha alcanzado un punto en que se refleja lo enferma y podrida que se encuentra la misma sociedad tan llena de odio, morbo, pereza, rencor y envidia de la que provienen tanto agresores como víctimas; sociedad mexicana en que el delito es visto como una hazaña heroica y transgresora que te hace poderoso (no es de extrañarnos que la aspiración de los menores de edad hoy sea el volverse sicarios), diferente del resto o bien, como un hecho normal de día al día ante el cual se ha perdido toda sensibilidad.La violencia escolar que implica actos auténticamente criminales desde daños a la integridad física y psicológica, hasta el acoso e incluso la extorsión, se ha banalizado y minimizado desde el momento en que a dichas conductas se les encapsuló en el término 'bullying', que de acuerdo con el contexto de las autoridades mexicanas, no es más que una simple conducta agresiva que se da entre compañeros de escuela, cuando en realidad se trata de mera delincuencia juvenil, y que piensan ingenuamente que se erradicará a base de leyes y dinámicas o pláticas sobre prevención del mismo.
Y antes del bullying, ¿qué existía?
Ya dijimos que antes de la mediatización de éste problema social, sólo se conocía algo llamado 'acoso escolar', que ante las autoridades de los planteles era prácticamente invisible por no decir desconocido, no así para el alumnado, en especial ciertos grupos de personas que eran blanco fácil de las agresiones por parte de otro sector de estudiantes.
Yo padecí el bullying y créanme que ni idea tenía de la existencia de éste término que ahora por disposición de la ley es considerado delito aquí en D.F.
Corría el año 2004, en que me encontraba cursando el segundo de secundaria.
Secundaria es la época en que la mayoría andamos buscando crearnos una identidad propia, bajo la influencia de todo lo que los medios de difusión nos muestran explícita o subliminalmente como aceptable. Es así que los chicos busquen tener maneras rudas de trato o las chicas se comporten haciendo uso de los clichés más clásicos para mostrar a los demás qué tan coquetas y femeninas son; en resumen, en esos años de vida todos nos llegamos a conducir bajo los estereotipos más generales y predecibles.
En el mundo de las chicas, desde ese entonces se te aprobaba o condenaba por usar ropa de determinada marca, por cómo vestías, los accesorios que usabas, hasta por cómo caminabas y hablabas o con quién salías; tu forma de ser te generaba la simpatía o el rechazo de los demás.
Regresando al punto principal de éste relato, ¿qué me puso en el ojo del huracán para ser objetivo del acoso escolar? Veamos:
A mis 14 comencé a mostrar mucho interés por temas como la moda, asunto que tenía fastidadas a algunas compañeras de mi salón de clases y yo no sabía qué tenía eso de malo; peor aún era llegar cada día con accesorios nuevos, un bonito y discreto arreglo personal y maneras muy finas y delicadas así para caminar, como para dirigirme hacia los demás. Era de las pocas que comenzaba a conocer lugares como Bershka y cuando mis cosas no cabían en la mochila causa-jorobas llena de mil libros de texto y cuadernos que ni ocupábamos, no tenía más remedio que usar las bolsitas de esa tienda para meter algunas cosas y así ayudarme a cargar. Después ésto se volvió una tendencia en esa secundaria...
Por lo anterior, ya me comenzaba a ganar algunas miradas de odio provenientes de las chicas mayores de tercero y una que otra contemporánea de segundo, lo cual realmente no me importaba, porque a muchas ni siquiera las trataba personalmente.
Entonces la hoguera del acoso escolar comenzó a aumentar su fuego dado que si bien era muy femenina (como hasta la fecha), ésta característica en nada se contraponía con mis apasionadas opiniones en materia de política, por las cuáles siempre me andaba ganando abucheos y rechazo generalizado por parte de los compañeros de grupo. Pero en vez de derrumbarme por eso, continué emitiendo mis opiniones que créanme, aún para los pocos años que tenía estaban bien informadas, estructuradas y nada tendenciosas, y de verdad que no iba a dejar de hacer lo que me gustaba sólo porque a los demás no les parecía! Faltaba más.
Para alimentar aún más el encono de éstos compañeros, llevaba muy buenas calificaciones (tampoco las mejores de la generación o algo por el estilo, pero sí tenía un óptimo rendimiento escolar acompañado de buen promedio) por lo que era común que me echaran bravatas públicas acompañadas de rechiflas diciendo que yo era solamente una consentida de los maestros; me habría encantado que ellos se esforzaran tanto en lograr buenas notas, a ver si salían con el mismo argumento barato. Lo cierto es que todo fue esfuerzo mío, porque yo ni siquiera solía barbear profesores como otros hacían y que ni con eso obtenían calificaciones aceptables.
Pero si algo terminó de engrandecer el fuego de esa hoguera escolar fue un evento tradicional de la escuela: la fiesta de navidad 2004, donde dentro del mismo plantel se nos permitía hacer aquello que en días de calendario escolar nos estaba prohibido.
Todos aprovechamos para disfrazar a nuestro verdadero yo con la ropa más extravagante jamás vista y en el caso de las chicas, la decoración con algunos trazos de maquillaje era válida.
Llegué en un coqueto atuendo totalmente en rosa al estilo de la película Chicas pesadas, y apenas comenzó la música, me solté a bailar muy emocionada.
Tal parece que a las de tercero y una que otra ex novia celosa de cierto chico cuyas pretensiones amorosas había rechazado (de ésto hablaré en Cero y van Ocho) les molestó a sobremanera mi forma de desenvolverme en la pista, que comenzaron la campaña de agresión.
De pronto los empujones eran frecuentes, los manotazos y una de las mujeres de tercero se subió a los hombros de un sujeto (que ni siquiera asistía a la escuela) en forma de caballito para tratar de tirarme al suelo; por suerte eso no ocurrió y en su lugar fueron a perseguirme hasta los baños, donde no conforme con tenerme acorralada, comenzaron a lanzarme algo que parecía pastel.
Nunca había visto lo horribles que se ven las personas cuando la adrenalina de atacar a alguien las consume... hasta que viví ese fenómeno de frente.
Mientras una amiga pedía ayuda, yo veía cómo escapar de la situación; esas chicas (mas un hombre) estaban tan furiosas y descontroladas, que de verdad temí por mi integridad física, incluso por mi vida.
Llegó la ayuda y pude salir de ahí donde me habían acorralado, pero saliendo del plantel una vez terminada la fiesta, siguió la persecución hasta el parque de Fuentes Brotantes, donde la enfurecida manada de chicas me comenzaba a tirar piedras, y una de ellas en particular comenzó a querer jalonear mi ropa hasta destruirla. Por fortuna llegaron policías a mi auxilio y todo ésto paró, pero desde éste día mi vida en la secundaria ya no fue la misma.
Regresando de las vacaciones navideñas, era frecuente que me gritaran de todo en pasillos, los empujones en el receso, las pintas en las bancas con mi nombre en ellas, incluso los hombres amigos de ese grupo de fieras se atrevían a insultarme, y por supuesto, no faltaban las llamadas telefónicas anónimas a mi casa amenazando con esperarme a la salida de clases, e incluso me achacaron el calificativo de baja novios, cuando yo ni siquiera trataba con chicos porque era muy reservada y dedicada sólo a estudiar... en fin, una campaña llena de odio en mi contra por el único crimen que cometí: bailar en la fiesta vestida como muñeca fresa.
Yo sólo podía pensar: ¿por qué a mi? desearía ser invisible. Durante los recesos me escondía en un rincón lleno de arbustos para evitar ser molestada, y recuerdo que dormía muchísimo llegando a casa (éste último claro síntoma de depresión).
La situación era ya intolerable y hasta pensé en cambiarme de escuela, pero con todo aguanté y decidí asumir mi propia defensa (desde ahí empecé a notar mi vocación como abogada) acudiendo ante las autoridades del plantel para denunciar la situación y a los participantes de mi pesadilla escolar. Los confronté uno a uno, y ellos sólo quedaron congelados porque jamás pensaron que tomaría acciones concretas. Quedaron condicionados a vigilancia y me dejaron en paz.
Pero los remanentes de esa antipatía duraron hasta mi propia generación de compañeros, con una mayoría grupal que me dio la espalda mostrándome su antipatía; incluso las que se decían mis amigas participaron como agresoras.
Llegaron a enviarme el 14 de febrero una carta en papel color rosa (mi favorito de ese entonces) que contenía mil y una ofensas hacia mi persona; las muy tontas pensaron que no me daría cuenta que habían sido ellas, y creo que el que lo supiera las tenía sin cuidado, a decir por sus risotadas burlonas mientras la recibía en mis manos. Sólo recuerdo haberla roto sin darle mayor importancia.
Qué decir del chico al que le di un no rotundo, que comenzó una historia en que me levantó el falso de que yo lo acosaba, cuando era a la inversa, y que ésto enardeció a sus admiradoras que también me llegaron a amenazar; hasta sus mismos amigos de vez en vez me proferían insultos y burlas.
Todo por decir NO...
Aún recuerdo la conversación que sostuve con la trabajadora social a quien acudí en una de mis crisis depresivas, y en la que me dijo:
-¿Sabes tú por qué razón te atacan tanto?- y pues no, yo realmente no lo sabía ni entendía.
-¿escuchaste alguna vez de la historia de los cangrejos mexicanos y los cangrejos japoneses dentro de unas cubetas? La historia es que, mientras los cangrejos japoneses se ayudan entre sí para salir del balde, los mexicanos tratan de jalar al que está por salir del balde en vez de ayudarse para la liberación de todos. Y eso ocurre contigo: te ven diferente, saben que tu desempeño escolar es excelente y que quedarás en la prepa que tú quieres para luego lograr con éxito una carrera; ser tan única es lo que les causa tanta molestia.
Tomé muy en serio esa conversación y me esforcé más que nunca en pasar mi examen CENEVAL para el ingreso a preparatoria, la idea era ya liberarme del monstruo que representaba la secundaria.
Pero no todo fue tan malo, como suele afirmarse: el destino nunca te da un portazo en la cara sin antes ofrecerte una caja de galletas para tu consolación; por suerte, un reducido grupo de verdaderos amigos permaneció conmigo e hizo el último año de secundaria llevadero.
Si mis amigos están leyendo ésto, sabrán lo mucho que les agradezco por haber estado conmigo.
Bendita sea la época en que por circunstancias del destino debí hacer frente a una fuerte prueba como fue ésta, porque justamente me dio el coraje y valentía para avanzar hacia otros proyectos más ambiciosos que ahora se han consolidado; asimismo, tuve la fortuna que se moderaran con las agresiones porque ahora, a 10 años de que ésto ocurriera, me causa mucha impotencia, coraje y horror ver cómo el tono de las agresiones ha subido al punto de la criminalidad más despiadada; es increíble que una sociedad tan evolucionada en tecnologías involucione tanto en el rubro de comportamiento humano.
¿Qué rondará en las mentes de los menores agresores que actúan con tanta crueldad hacia sus propios compañeros?
Nunca habría pensado que el racismo, la posición social o la sola existencia de una persona causara tanto odio, tanto resentimiento en niños, adolescentes y preadolescentes, que hacen de la más indómita crueldad su manera de expresar éstos feos sentimientos que tienen hacia sus víctimas.
Y sobre los famosos programas del gobierno que incluyen pláticas y dinámicas Anti-bullying les digo lo siguiente:
No basta con reaccionar a los efectos, la idea es hallar y combatir las causas que han hecho del 'bullying', la plaga que ha existido desde siempre, pero que se ha intensificado y popularizado hoy: ¿es necesario que vuelva a recalcar la decadencia total en que se encuentra México y que es el claro punto de partida del fenómeno del que tanto se espantan pero que así promueven?
Y otro aviso, chicos: cuídense de a quién están agrediendo, porque no sabemos si él o ella pueda ser su próximo jefe en el trabajo.
https://www.youtube.com/watch?v=Uy3uOn0WHtE
Emma.
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ResponderEliminarEmma, siempre has sido valiente, esa es una de tus grandes virtudes.. ahora has llegado lejos y eso, nunca nadie te lo podrá quitar... TE AMO AMIGA!!!
ResponderEliminarTe amo más! gracias por ser un auténtico apoyo en los días difíciles
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