sábado, 19 de diciembre de 2015

25 años de soltera

Dedicatoria especial a todas aquellas mujeres que celebran el aniversario 25 (o más) del inicio de la relación con ellas mismas.

Más han sido las veces en que he vivido desengaños que le han desvanecido la tonalidad rosada a mis expectativas románticas, que aquellas en que he logrado enamorarme.

Constantemente veo en las redes sociales la felicidad y radiaciones de enamoramiento meloso que emiten las selfies de mis contactos con sus parejas; los ostentosos arreglos florales con tendencia a ornatos funerarios que mis amigas Facebook presumen constantemente en las noticias de inicio; ni qué decir de las conversaciones públicas de los enamorados a modo de comentarios con corazoncitos que no dejan ganas de emitir comentario alguno para contrarrestar ésa atmósfera virtual sobresaturada de melcocha que deja una sensación pegajosa al touchscreen de cualquier gadget.


-No entiendo aún por qué no tienes novio. ¡Si no eres nada fea! 
-¿Por fin, cuándo conoceremos al afortunado?



Esas han sido las frases más repetidas en mi historial de vida durante los últimos 10 años (tomando en cuenta que la vida amorosa comienza en promedio a los 15 años), sea en fiestas, reuniones o cualquier otro tipo de eventos sociales.


El que no me hubiera mostrado hasta el momento públicamente con una pareja, no implica que mi vida amorosa haya sido terreno estéril... todo lo contrario.

La extraña diferencia frente a la vida amorosa del promedio se ha debido a la manera en que cada tropiezo amoroso aconteció y finalizó.

Curiosamente, en mis 25 años de vida no he tenido hasta el momento el placer de referirme a algún hombre con la denominación de novio. Sí, tal como lo leyeron. En los 25 años de mi vida no he tenido novio.



Lo más cercano a ello han sido relaciones emocionantes y apasionadas por temporada, en las cuáles el móvil principal ha sido la atracción inmediata, que no implicaron en absoluto los protocolos tradicionales de una relación sentimental, y cuyo desenlace en su mayoría fue amargo y muy particular.

Tal como le ocurrió al protagonista de la película Novio por una noche, después de que un chico saliera conmigo, de inmediato terminó encontrando a la mujer de su vida.

Y ahí tienen a cada uno de mis ex: uno terminó casándose con su ex novia de toda la vida, otro más me engañó con una mujer 5 años mayor que él y ahora viven un intenso idilio donde las familias de ambos ya se conocen, y otro hasta es padre de familia.



En la otra cara de la moneda, admiradores no me faltan; lo que me falta es que ellos me atraigan.

Ninguno al momento ha logrado hacer que cuando menos piense en cambiar mi status Facebook.

Tras ésta confesión posiblemente les parezca lastimera mi situación, pero a título personal la verdad es que no lo lamento.


Aunque experiencias fugaces con agrio desenlace, dichas vivencias han resultado tremendamente enriquecedoras.
Sí, quizás he errado en mis elecciones de prospectos amorosos y eso me ha llevado a desenlaces poco deseables que probablemente a sus ojos me hagan lucir implacable, pero como ya lo advertí, eso es parte del secreto de mi fortaleza como persona frente al espectro del romanticismo.

Hasta el momento, no he sabido lo que es recibir flores como muestra de afecto y lo digo con orgullo. Sería agradable recibirlas alguna vez, pero el no hacerlo me ha enseñado a no depender de las muestras de afecto de alguien más para sentirme importante y querida.



Nadie me ha llamado cariñosamente por un sobrenombre (y la única vez que siquiera me lo propusieron, terminaron llamándome como a la otra); nunca me han llamado "bebé", "miamor", "mi vida", ni siquiera "pacharrito de mertiolate", por lo cual me siento cada vez más feliz y orgullosa de mi verdadero nombre.




Nunca he llevado a casa a algún novio para presentarlo con mi familia, ni mucho menos he tenido la experiencia de volverme parte del círculo familiar de él. No sé qué se siente ser la mejor amiga o la peor enemiga de la cuñada, o hacer méritos para agradar a los suegros.




Jamás he asistido en categoría de novia, como acompañante de un hombre a eventos de gala importantes para él.
Pero eso me ha enseñado a ser fiel a mi forma de ser, a desprenderme de la necesidad de agradar y complacer a los demás para ser aceptada.


Jamás he tenido un novio con quién planear posibilidades a futuro y proyectos de superación en conjunto, pero a cambio, he sabido tomar el control de mi vida y ambiciones para trabajar en ello de manera individual.





Nunca he celebrado aniversarios de noviazgo, lo que me ha mantenido alejada del drama que implica que a mi novio pudiera olvidársele la fecha y con ello, omitiera hacer algo especial por tal acontecimiento.
Tampoco he tenido la experiencia de pelearme con un novio, ni de vivir la reconciliación, lo que me ha mantenido sin distracciones que bajen mi rendimiento en otras áreas de mi vida.



Mi círculo de amigos hasta el momento no ha tenido conocimiento de algún novio que les presentara, para integrarlo a todas las actividades sociales. Pero ello me ha enseñado a divertirme por mí misma, sin necesidad de depender de una pareja para poder pasar buenos momentos, y aunque todos bailen en pareja, eso no me ha detenido de atreverme a bailar sola en la pista.

Nunca he tenido una selfie en pareja, ni álbumes enteros dedicados a demostrar a todos lo enamorada que estoy. En compensación, me he tomado selfies y fotos luciendo una presencia individual fabulosa que no ha necesitado tener por complemento a un hombre a mi lado.

Rara vez mis ex asociados románticos me hicieron algún cumplido o me denominaron "la mujer más hermosa en su vida", lo que me enseñó a valorarme a mi misma sin necesidad de buscar cumplidos ajenos o motivación externa para arreglarme.


Y como líneas atrás ha advertido uno de los comentarios que más me han hecho cuando se atreven a tocar el tema de mi vida amorosa, fea no soy.

A los ojos de muchos podré no ser Miss Universo, pero soy agraciada y agradable a la vista, me encanta cuidar de mi persona, alimentarme bien, hacer ejercicio, vestir bien, destacar en mi profesión, tener suficientes recursos para darme uno que otro capricho, y seguir explorando las infinitas posibilidades del universo romántico que pudieran vibrar con mi naturaleza, aunque sean estancias por tiempo limitado.

Sé cocinar desde los 8 años, dibujo, pinto, bailo diversos estilos, y realizo con gusto todas las labores del hogar; por si fuera poco, soy buena profesionista. Quizá el único detalle es hallar a quien me aguante el paso...



Alguien que pueda lidiar con una mujer vegetariana de nacimiento, que no fuma ni toma, con un carácter extremadamente intenso y fuerte.





Les avisaré cuando lo encuentre.

Emma













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