jueves, 5 de mayo de 2016

Las lecciones de mis Ex

Llega determinado momento en tu vida, en que ni la más elaborada muestra de interés romántico logra moverte una sola fibra sensible, y te produce más sentimiento cortar una cebolla, que una gran declaración de amor.

 Podrán dedicarte miles de canciones, indirectas en el caralibro, enviarte presentes de infarto que causarían la envidia de muchas o simplemente poner en marcha sus tácticas de conquista a través del tan obvio lenguaje corporal masculino, y para sorpresa de todos, tú simplemente estás inmune a emocionarte, para en cambio mostrarte fría e indiferente.


¿Les suena familiar?

No, no es que te estés convirtiendo en robot; es que posiblemente como me ha ocurrido a mí, ya lo has visto todo en tu vida amorosa: atracción inminente, montañas rusas de emociones, esa sensación de sentirse protagonista de un chick flick romántico de hollywood (de esos que nos han metido por intravenosa psicológica hasta las náuseas), hasta lo más profundo del desamor.
Sobre ésto último, tanto nos han maleducado para esperar demasiado de la pareja o el prospecto amoroso, que cuando no se cumplen las expectativas hollywoodezcas con sus perfectos y felices desenlaces en los que el protagonista masculino fue siempre osado y complaciente, tendemos a sufrir una gran frustración, nos decepcionamos y claro... aprendemos la lección.

No hay mejores maestros del amor, que aquellos que nos han descorazonado: los Ex.

¿Cómo aprendí a no emocionarme por cualquier muestra insignificante de interés por parte de alguien? Sencillo. Porque uno de los ex me dio la valiosa lección de no desarrollar un interés forzado e inducido tras el hecho de que una por error de cálculo una persona pudo haberte dado el beso de despedida en ése lugar equivocado y comprometedor llamado "comisura de los labios", y después de ello te formaste una idea de romance equivocado que al final terminó estrellándose en un amor no correspondido y un romance fantasma que nunca se concretó. La vida universitaria jamás habría sido tan agridulce sin esa experiencia... 


¿Cómo aprendí a seleccionar cuidadosamente con quién entablar algo romántico? 
Otro de mis ex me enseñó que debo conocer perfectamente a la persona y su entorno, antes que ceder al sólo impulso de entregar todo el contenido emocional, incluso si eso te lleva meses o años, antes que precipitarme a consumirlo todo en un instante, para que el desenlace sea amargamente efímero y frío.

¿Cómo aprendí a no forzar una relación? 

Tratando de resistir y forzar una relación que evidentemente jamás había funcionado ni iba a funcionar, hasta causarme una profunda herida derivada de la indiferencia y el descaro del ex.

¿Cómo aprendí a dejar ir lo que no me hace bien? Intoxicándome hasta el límite de una relación que no me hacía feliz.



¿Cómo aprendí a no fiarme de cualquiera que se acerque con flirteo tentador y obvio?
Gracias a otro ex, entendí que de los que más hay que cuidarse es de los salameros profesionales; creyendo todas las mentiras es como caí en cuenta de las verdades. 

¿Cómo aprendí a apreciar mi soledad? 
Todos los ex me enseñaron que no hay amor más puro e incondicional que el propio. 
Estando mal acompañada aprendí a apreciar la soledad, el ensimismamiento, al grado en que ahora vivo cuidando celosamente de ella.

Pretendientes van y vienen, pero al momento y con todo lo que llevo aprendido, cada vez está siendo más complicado que crucen mi umbral de aceptación, porque si una lección me enseñaron mis ex, es a seleccionar mis batallas.

Entonces, ¿qué sigue en mi porvenir amoroso? 
La llegada de Mr. Right sigue en suspenso! Será todo un reto, pero reto no es igual a matemáticamente imposible. Aún creo en el destino!

Emma




No hay comentarios:

Publicar un comentario