domingo, 9 de abril de 2017

Mi encuentro con el hombre de mis sueños

"Well, life has a funny way of sneaking up on you. It's meeting the man of my dreams. And then meeting his beautiful wife."

 Y así como éste fragmento de la canción Ironic de Alanis Morrisette, la vida en verdad tiene maneras tan irónicas como cruelmente divertidas de abofetearte.

Recién había pasado por la cruda experiencia de Tinder, cuando por el accionar del destino, nuevamente sin saber cómo ni cuando pasó exactamente, ya estaba envuelta en esa dinámica de seguir conociendo gente.

A mi vida llegó Jean P., un chico canadiense de la provincia de Quebec, a quien conocí a mediados de noviembre del año pasado.



Él realmente cubría todos los aspectos físicos que me atraen en un hombre, y me vi irresistiblemente atraída hacia él, pero siempre busqué mantener ésta atracción bajo control.

Aún con las heridas de lo vivido meses atrás, decidí sin temor vivir otra oportunidad de por lo menos hacer una buena relación de amistad con Jean.

Después de una nutrida plática introductoria para conocer más el uno del otro, a iniciativa suya y para mi sorpresa, me invitó a tomar un café con él.

Entonces la primera cita ocurrió, pero dada mi experiencia previa, me mantuve con muchas reservas para tratarlo. A pasos lentos, pero seguros a fin de no volverme a involucrar y en consecuencia a salir lastimada.
La cita transcurrió con toda normalidad, cordialidad, en un ambiente muy amistoso, cálido. Tocamos todos los temas posibles, de lo más intelectual a lo más banal, y el tiempo se fue super rápido.

Le comenté en esa primera cita, que a mi me daba mucha curiosidad conocer la región de su país llamada Saskatchewan. Él me preguntó:

-Y qué quieres ver ahí si no hay nada? De hecho, existe una camiseta cuya frase es:

"Saskatchewan: easy to draw, hard to spell"

Yo quedé fascinada con eso y en broma le dije que haría mi esfuerzo por conseguir esa camiseta!

La verdad jamás mantuve ilusión o expectativa alguna de volver a saber de él después de ésta cita fortuita; ni siquiera pensé en seguir en contacto con él pero para mi sorpresa, él continuó estableciendo la comunicación con sus mensajes ingeniosos, su actitud fresca y amistosa, y su aparente interés en mi persona.

Aún así procuré no mirarle más que como un potencial amigo con quien pudiera sostener conversaciones divertidas de vez en cuando, ni siquiera imaginé que volveríamos a salir hasta que...

Back to december... 

En cierta conversación le manifesté mi desagrado por el mes de diciembre, a lo que me comentó que él haría lo posible por cambiar mi visión sobre dicho mes, y que dejara del lado la depresión estacional que involuntariamente me invade en esa temporada. 

Yo aún así me mantuve escéptica, pensando que quizá sus palabras eran mera cortesía y asentí en aceptar su oferta, que para mí era más bien una promesa ficticia. 

Cuál fue mi sorpresa, cuando, cierto día por la mañana recibí un mensaje suyo pidiendo que lo llevara a conocer mi universidad. 

Ese diciembre comenzó a sentirse diferente. 
Finalmente nos encontramos y paseamos por los jardines del campus, sosteniendo una plática muy profunda e íntima. De la nada y sin esperármelo, Jean comenzó a volverse más cercano a mí físicamente y me tomó de la cintura, mientras seguíamos recorriendo esos lugares universitarios llenos de historia. Sin mencionar que me entregó con cierto aire de ternura, unos obsequios que me había comprado especialmente en Canadá. ¿Cómo resistirse a eso?

Pese a la incipiente aproximación física que estaba experimentando, procuré mantenerme emocionalmente aislada, controlada, y racional. Pero al momento de despedirnos no pude contenerme más; después de ese abrazo de despedida lleno de tensión por ambas partes, tomé el impulso de besarlo sin importar las consecuencias, y él correspondió de una manera tan apasionada, que jamás nos pudimos separar. 

Aún después del beso, me hice a la idea de que lo acontecido solo era un suceso irrepetible de un día, pero para mi sorpresa me escribió pidiendo verme de nuevo pronto. 
Ésta vez no me emocioné tan rápido, y procuré mantener mi parte romántica a raya... pero no contaba con el hecho de que el impulso y el interés de él me llevarían hacia la pérdida total de todo raciocinio.

Cierto día, me dio la enorme sorpresa de ir a verme a mi oficina! tan apasionado, tan cariñoso, tan intenso y además tan atractivo... Había por fin conocido al hombre de mis sueños. 

Los días siguientes estuvieron llenos de más visitas sorpresa a mi oficina, miles y miles de mensajes 24 horas, 7 días a la semana, siguiendo mi día a día, pendiente de mis horarios y mis preocupaciones. 

Y así fuimos involucrándonos más. Pasamos navidad y año nuevo juntos aun a distancia, y comenzábamos a hacer muchos planes para salir a diversos lugares y eventos. Incluso, estaba interesado en complacerme llevándome a ver la película de Power 
Rangers, pese a que él no los conocía porque en Quebec nunca transmitieron esa serie. 

Éramos perfectos el uno para el otro, reíamos juntos, nos preocupábamos por el otro y siempre nos manteníamos al tanto sobre lo que hacíamos en el día. Nos acompañábamos a todas horas y en todo momento... se sentía esa complicidad y protección recíproca, al grado en que cierto día, me mostró fotos del platillo que preparó, y de ahí surgió la propuesta de invitarme a su departamento para cocinar juntos. 

Él estaba super dispuesto de llevar a cabo este plan, y de hecho él mismo fue a comprar todos los ingredientes del menú que le iba a preparar. Tan tierno, que me avisó cuando ya había comprado todos los ingredientes. Aquel día pasó por mí, y entrando a su depa, quedé enamorada de sus gatitos, a los que acaricié y consentí mucho. 
Y así inicié mi sesión en spotify, para disponernos a cocinar con música de fondo. Una vez armado el menú, la dinámica de convivencia daba la impresión como si tuviéramos muchos años de novios o bien, como si fuésemos recién casados. A mí me complacía mucho poder cocinar para él y atenderlo en la mesa, y sobre todo que le encantara lo que le preparé.





Ante algunos problemas que estaba teniendo con mi familia, él me manifestó su apoyo en todo momento, de manera incondicional.. lo cual me hizo caer aún más rendida ante sus encantos, dado que él había sido el único entre todos aquellos con los que antes había salido, que realmente mostraba preocupación por mí.

Los siguientes días fueron llenos de pasión, y la química en lo más íntimo fue increíble. 
El hombre de mis sueños era real!



Por fin pude curarme y convencerme de que después de todo, sí podía ser una buena pareja sentimental de un hombre que de verdad me encantaba en todos los aspectos.




Ya teníamos incluso pensado pasar días en la playa, y organizar los días de puente para pasarlos en su departamento, cocinando y viendo netflix.

Llegó enero y con él, muchos más planes y uno en particular con el cual estábamos sumamente ilusionados: el año nuevo chino.

Nuestra dinámica ya era hacer siempre algún plan temático, y con el año nuevo chino, la temática era prepararle un menú oriental, vestir como china y decirle algunas palabras cariñosas en chino mandarín. 
Una vez llegado ese día, lo recuerdo a él más cariñoso de lo habitual. Había pensado que el amor entre los dos ya estaba en su máximo punto, y mi visión era sumamente optimista.

Pasada la celebración a la que acudimos en el centro histórico, nos dispusimos a ir a su departamento para que comenzara a cocinar. 
Vi que él se me quedaba mirando intensamente todo el tiempo, pero no lograba descifrar el por qué.

Después de comer, tomamos nuestra habitual siesta y cuando estuve a punto de irme a casa, me tenía una sorpresa: mi camiseta de Saskatchewan de la cual hablamos en la primera cita!



Me robó totalmente el corazón. Tenía un amante perfecto y complaciente, como nunca antes lo había imaginado.
Aún nos mensajeamos en la noche, tan cariñosos. 

Y llegó ese domingo negro, un día después del inicio del año chino. Todo transcurrió con normalidad hasta las 4 de la tarde que fue la hora cero.
Al ingresar a mi perfil de facebook para mirar las noticias, vi que tenía muchas solicitudes de amistad. Entre ellas, destacó la de una mujer llamada Elisa, con la cual no tenía ningún amigo en común. ¿Por qué una mujer querría de la nada mi amistad?
Jamás acepto desconocidos, por lo que eché un vistazo a su perfil y me encontré con algo que me robó el alma: en sus fotos, ella aparecía abrazada con Jean P.

Entonces todo comenzó a darme vueltas y tuve esa horrible sensación de golpe bajo.
Lo primero que me había venido a la mente, fue que quizá se trataba de un extranjero que ilusionaba a varias para conservar su status migratorio en el país, o bien, que simplemente a todas con las que salía las trataba como a mí, y mi decepción fue instantánea y total.




Entonces de inmediato le pregunté a él si conocía a Elisa, y le pedí que por favor fuera honesto al respecto.
Él me indicó que en efecto la conocía, y me dijo que era su ex, y hasta aquí dejamos la conversación puesto que me sentí tremendamente mal.

Y lo peor estaba por venir la mañana del lunes siguiente, ya que al abrir mi inbox me encontré con una solicitud de mensaje de la tal Elisa, donde abundaban los insultos hacia mi persona, pidiendo que dejara en paz a Jean P., ya que él era casado. ¡Elisa era su esposa!
Así fue como me dieron el tiro de gracia y me mataron emocionalmente.
Rápidamente  le reclamé a él, y lo increpé por el hecho de que jamás me dijo que era casado.
Él me explicó que llevaba tiempo separado de ella, y que de hecho apenas había comenzado el proceso de divorcio.

Tuve las más horribles sensaciones en mi interior, me sentí como en una pesadilla sin final. Me había involucrado con aquello que más detestaba!

Lo peor del caso es que me encontraba en aquellos momentos en la oficina, y así debí aguantar todo mi coraje y toda mi tristeza, fingiendo que no pasaba nada cuando por dentro estaba destrozada.

Ésta mujer no descansó y al haberla bloqueado de mi facebook, se creó otro perfil teniendo como foto de portada, una foto mía, para desde ahí seguirme insultando, lo cual me dejó ver cuan desequilibrada mentalmente es.

Finalmente acordamos hablar en persona.
Aquel miércoles iba preparada para la guerra, y me sobrepuse emocionalmente para no flaquear al verlo.
Y mientras mis compañeros en el trabajo fueron a la comida de bienvenida para el nuevo integrante del equipo, un compañero llegado de Australia, yo me reuní con Jean P., con la intención de escucharle para, de ser necesario, cerrar un ciclo totalmente viciado e inoperante.

Jean P. llegó puntual al encuentro, y pude notar su temor ante mi reacción.
Para la sorpresa de todos, incluso de mi misma, me conduje de la manera más ecuánime y serena posible. Le dije que lo iba a escuchar, que no habían respuestas correctas ni incorrectas, ya que sólo quería por favor la verdad, y que no iba a juzgarlo.
Él sintió alivio y comenzó a contarme su historia:

Que apenas llevaba 3 meses de separarse de Elisa cuando nos conocimos, y que si no me contó que seguía casado, era por miedo a ya no volverme a ver.
Que él de verdad quería estar conmigo y tener una relación, ya que estar a mi lado lo inspiraba en distintos aspectos y adoraba que nos apoyáramos y compartiéramos nuestras metas.

Yo solamente lo seguí escuchando, y al final me dio cierto sentimiento de lástima, que simplemente lo abracé, y le dije que tendría que tomarme un tiempo fuera para pensar si quería continuar a su lado, o si era mejor separarme. Además que como buena abogada, le pedí la información del juzgado donde tramitaba su divorcio, así como el número de expediente. Él sin mayor problema me proporcionó toda la información que le pedí, incluyendo el nombre completo de la mujer, ya que por mi seguridad, ejercí acción legal en su contra por hostigamiento y amenaza.

Acordamos entonces volver a hablar entre finales de marzo y los inicios de abril, tiempo aparentemente suficiente para poder tomar una decisión consciente.

No conforme con haber creado el perfil falso con mi foto que también bloquee, Elisa creó otro perfil falso haciéndose pasar por un hombre, desde el cual me dijo que no me aferrara a él, ya que era gay, que por eso lo había dejado.

A él le informé de ésta situación para ver si me esclarecía algo al respecto, ya que yo en definitiva nunca le creí a ella; solo vi a una mujer desesperada de perder a su esposo.

Sin embargo, me fui convenciendo de que no quería cargar problemas inecesarios. Y de inmediato comencé una due dilligence exhaustiva para investigar el vínculo entre ésta mujer y Jean P., y así como ocurrió en esa película de "Las ex novias de mi novio", me llevé muchas agrias sorpresas, ya que, vi que su grado de involucramiento era tal, que me di cuenta que su vínculo sería muy difícil de romper, y no conformes con ello, me sentí muy intimidada de ver las fotos de ella con el Taj Mahal de fondo, ya que ése viaje a la India del que él tanto me habló lo hizo con ella.



En definitiva conforme pasaron los días, más me fui convenciendo de que lo mejor era alejarme definitivamente de él. Sabía perfectamente en mi interior, que jamás iba a poder hacer que él olvidara y superara su pasado con ella. 3 meses no son suficiente tiempo para madurar y superar emocionalmente una separación tras 4 años de matrimonio. Era evidente que yo sólo había sido una bocanada de aire fresco para que él definiera sus sentimientos hacia la otra persona.

Por si fuera poco, investigué a fondo qué ocurría con su divorcio, y me enteraron mis contactos del juzgado, que el divorcio no procedió y que de hecho ya habían ido a recoger todos los documentos, situación que me hizo sentir aún más mal.
Febrero y marzo fueron meses muy amargos, donde cada día que me levantaba, jamás dejaba de sentir ese pesar de haber sido traicionada, y de saber que había encontrado al hombre ideal que no podía estar conmigo y que en realidad no era para mi.



Mis sentimientos y mi razón se enfrentaron en una lucha a muerte, donde cada segundo cambiaba de opinión en el sentido de continuar con él o alejarme; hacer caso a esa parte de mí que no temía darle una oportunidad pese a las circunstancias, o la parte racional cuya argumento principal me indicaba que no era emocionalmente sano seguir con alguien que aún tiene un compromiso matrimonial que posiblemente jamás dejará, hasta que, no pude más y lo busqué para comunicarle mi decisión.

La hora final llegó

Un buen día, y tras haber escuchado todos los consejos y puntos de vista posibles de mis cercanos, a quienes les agradezco infinitamente su paciencia, apoyo y comprensión a lo largo de todo éste proceso (ustedes saben quiénes son), me armé de valor y le dije que estaba lista para hablar, que ya había tomado mi decisión.
Jean simplemente no me contestó nada, y tras 4 días de no tener respuesta suya para entablar un diálogo, estuviera listo o no, se lo dije: 

No seguiré contigo. 

Él únicamente terminó de matarme, para decirme que ya no hizo nada sobre su divorcio porque suponía que aún no estaba emocionalmente listo para hacerlo, y esa fue la justificación suficiente para plantearle que ya no quería volver a saber nada de él.

Si tendré a un hombre, quiero que sea 100% para mí. Dejarlo fue un gran acto de amor hacia mí misma. Me ha dolido hacerlo, pero no imaginaba vivir una vida a la sombra de otra mujer, ni ser blanco de un amor a medias.



Lo siguiente fue desearle suerte en la vida y bueno... heme aquí nuevamente. Con la bóveda afectiva clausurada y el corazón en el congelador. Jamás imaginé que ver hojas de maple me causara tanto conflicto de aquí en adelante.


Últimamente se me han presentado ofertas para salir en citas, mismas que he rechazado y seguiré rechazando, porque éste aspecto romántico lo dejaré descansar otra temporada, además que no se ha presentado alguna oportunidad que realmente me interese. 



Encontrar a Mr. Right será una hazaña milagrosa! 

Emma








domingo, 9 de octubre de 2016

Mi aventura perdida en Tinder.



Ten paciencia, el bueno ya te llegará.
 Esa frase me ha perseguido hasta 2 años y medio después del trágico final amoroso en que el susodicho Summer me dejó como a Tom en "500 días con ella", con el paisaje emocional desdibujado, incoloro y lúgubre.



Durante dicho periodo de tiempo, decidí sanarme emocionalmente, enfocarme totalmente a mi, a mi crecimiento personal y profesional, y en éste ámbito las cosas han marchado mejor de lo que había planeado.

Mi temporada romántica se había mantenido en un mar en calma, con tremendo silencio sepulcral. Por supuesto, pretendientes no me habían faltado, lo que me faltaba era tener interés en ellos, ya que ninguno se me hacía atractivo, interesante, cautivador...



Mis opciones para salir se reducían a tener que dejar de ignorar a ex compañeros de la facultad de derecho que jamás me interesaron, ex compañeros de preparatoria a los cuáles jamás dejaré de ver como sólo hermanos, a conocidos del trabajo cuarentones o cincuentones divorciados, o buscando una aventura extramarital con una de veintitantos, o bien, aventurarme a que un chico guapo me coqueteara en alguna circunstancia imprevista, para que, como en el caso de la canción "you are beautiful" de James Blunt, no lo volviera a ver otra vez... Terriblemente desolador el panorama.





Tras contemplar lo anterior, decidí renunciar por completo a involucrarme románticamente. 
Observaba cómo las parejas se reunían en determinado punto de la coqueta zona de las Cibeles o en un lindo café de la Condesa, mientras yo pasaba ese mismo tiempo acompañada de mi soledad.



En mis reflexiones internas, pude notar que incluso, había olvidado cómo se sentía tener esos nervios y emoción de haberte quedado de ver con tu crush para tener la tan esperada primera cita.



Hace poco menos de un mes, comencé a sentirme un tanto harta de ser forever alone, y también lo suficientemente sana como para regresar a las andadas del dating, por lo que, ya que mi vida real no me traía opciones interesantes para conocer, decidí echar mano de la tecnología, descargando la famosa app Tinder.

En un momento de aburrimiento extremo, abrí mi cuenta y creé mi perfil.
Mi objetivo principal era tomar a dicha aplicación como un experimento social que me confirmara o descartara las hipótesis que tenía acerca de mí y de los prospectos que podía atraer.



Mis preguntas primordiales fueron: ¿acaso es posible que aquellos hombres que son mi tipo se fijen en mí? y ¿será que por alguna vez en mi vida tenga la oportunidad de salir con un chico guapo e interesante que en verdad me interese? ¡Por dios! yo tengo tanto que ofrecer como para merecer buenos prospectos que de verdad me gusten, y verme correspondida por ellos: profesionista, independiente, autosuficiente, buena cocinera, buen sentido del humor... 

Como dice Beyoncé en su canción Why don't you love me

I got beauty, I got class
I got style, and I got @ss



Como notarán, mi hartazgo de haber estado atrayendo sólo a aquellos que simplemente no me interesan ya era demasiado, por lo cual puse manos a la obra, y subí mis fotos más coquetas al perfil.
Aclaro, que a diferencia de otros perfiles, jamás me mostré en bikini o semi-desnuda; sólo elegante y fashionista, tal como soy, y junto con mi elegante descripción, dejaba claro que yo no era material para un One night stand.

Y comencé a tratar de entenderme con la aplicación: a la izquierda los rechazados, a la derecha los que me fueran gustando.


Los primeros 30 minutos usando Tinder me causaron decepción: ¡no había nadie guapo ni interesante! Pero no me rendí y seguí hasta que encontré a los primeros candidatos que llamaron mi atención. En mis primeras selecciones, con gran esperanza ví que hice Match con una gran mayoría de ellos, y que por cierto, tuve bastante pegue con extranjeros, y sorprendentemente con gringos.

Cuando se da un match, que supone que tanto tú como la otra persona se gustan mutuamente, se abre el famoso chat privado para comenzar el coqueteo. Decidí tomar la iniciativa y mandé mensaje a aquellos que me gustaron más sobre los otros (en realidad no pasaron de 5 candidatos), y recibí respuestas inmediatas! 



Me metí más aún en el juego y comencé a conocerme con ellos, y el filtro de selección se hizo aún más exclusivo, de 5 sólo con 2 tuve mayor química. Curiosamente, los 2 eran gringos.

Por respeto a sus identidades, omitiré hacer uso de sus nombres, y me limitaré únicamente a describir su apariencia física sin tanto detalle, si así se requiere.


El primer chico que conocí, Jett, tiene 27 años y es profesor de inglés en un colegio muy exclusivo en la Condesa. 
Durante el tiempo que conversamos por el chat de Tinder y posteriormente en Whatsapp, la química fue extraordinaria. Ambos complementábamos perfecto nuestro humor ácido, y el hombre era extremadamente gracioso y lindo, no olvidando mencionar que es apuesto, al menos para mi gusto (delgado, alto, rubiecillo, ojos verdes, lindas facciones y sonrisa contagiosa). 

Tras unos días, por fin quedamos para reunirnos en Condesa a tomar un café. 
Por fin volví a sentir esa adrenalina de estar a punto de tener una primera cita con tu crush: latidos acelerados, muchísima curiosidad... 

Al verlo, ¡era realmente tal como lo esperaba! Por fin estaba por tener una cita con un chico totalmente a mi gusto, que a su vez también estaba interesado en mí.

Tras la acostumbrada charla introductoria (por qué estás en Tinder-qué te gusta y qué no-y algún otro dato interesante), sin más tomó mi mano y comenzó a acariciarla (y mi corazón volvió a acelerarse como nunca, mientras la gente a nuestro alrededor nos miraba con curiosidad)... todo parecía más que perfecto... excepto por el pequeño gran detalle de que yo debía volver a la oficina a continuar trabajando. 
Jett me fue a dejar a mi oficina, pero en el trayecto, viví lo que por años no había hecho ni sentido. Me tomó de la mano, y al despedirnos me quitó la maldición de la jamás besada, al besarme. 





No pasaron ni 10 minutos cuando me mensajeó agradeciéndome por el mejor tiempo que había pasado y fue conmigo! y pidiendo volverme a ver de nuevo lo más pronto posible.

Por fin entendí que, en contraste con mis fallidas experiencias pasadas, yo no era el problema, porque pude demostrarme a mí misma que tengo buen potencial para hacerle pasar a alguien un buen momento en una cita. 

En fin, que por suerte mi agenda del día siguiente quedaba libre para salir, y decidí tener una segunda cita con Jett. 
El plan comenzó tierno y chocantemente romántico, hasta dar un giro total conforme se presentaron las circunstancias. 
Jett tenía por idea inicial invitarme a su departamento. Desde luego, entendí la intención de las cosas y no cedí, y negocié el quedar de vernos cerca de donde vive, pero en un lugar tan público y neutro como fuera posible.
Las cosas iban geniales. Yo tenía un prospecto de galán gringo muy lindo y complaciente.
Desafortunadamente comenzó a llover muy fuerte, y no tendríamos más refugio que... su departamento.
Al pasar, debí ingeniármelas para no caer en arrebatos pasionales totales; todo a su tiempo, nada pasaría en la segunda cita. 
Jett comenzó a precipitarse demasiado, y le puse un alto. ¡Ésto iba demasiado rápido! 
Tan ingenua, yo aún no entendía la verdadera finalidad de la mayoría de los chicos que andan en Tinder, y le dí un trato de prospecto de novio, diciéndole que quería que nos fuéramos despacio, que nos conociéramos más. 
Pese a que él cedió a lo que yo le pedí sin problemas y siguió cariñoso, comencé a notarlo serio y callado. ¿Alguien me explica dónde quedó el sujeto lindo, gracioso y elocuente con el que había salido el día anterior? 



Con todo ello, él aún tuvo la atención de irme a encaminar rumbo a casa, y me mandó mensajes en la noche agradeciendo por un magnífico momento juntos; pese a eso, me comenzó a invadir la confusión e inseguridad, al grado en el que llegué incluso a pensar que me había bloqueado de Whatsapp, teoría que descarté cuando me mensajeó de nuevo, pero cada vez menos constante y más breve y seco. 
Y así nos fuimos alejando, hasta que le perdí el interés completamente.



A la par de Jett, también había comenzado a platicar con otro chico con el cuál sentí también una asombrosa química: Steve.

Con tan sólo 4 años menos que yo, las conversaciones iniciales fueron bastante buenas, al punto en que la diferencia de edades era totalmente insignificante. 

Steve me pareció un chico fascinante: apuesto, con una linda sonrisa, una mirada intensa y cautivadora, divertido, con un humor genial e irresistiblemente seductor. 

Ya que las cosas con Jett no habían funcionado y no había intención alguna de retomar ese asunto, me aventuré al 100% con Steve y quedamos de reunirnos para conocernos.

Nuestro primer encuentro fue en mi alma mater, que es curiosamente donde él estudia ahora, y de ahí a cenar a un sitio más relajado para conocernos con calma.


Durante la cita me sentí increíble. Él en todo momento fue muy divertido, su conversación me mantuvo con bastante interés y por si fuera poco, me trató de una forma como antes jamás me habían tratado los chicos con los que salí hasta antes de él. En resumen, estaba fascinada.



Desafortunadamente la agenda de trabajo para el día siguiente me exigía empacar para salir del país, por lo que debí acortar tan buena cita, no sin antes tener una despedida inolvidable tras una noche divertida y memorable.

Después del acostumbrado beso de despedida, aún mantuvimos la comunicación hasta el fin de semana en que nos veríamos de nuevo. ¡Yo ya no podía esperar!
Nuevamente confié en Tinder.



Llegó ese esperadísimo fin de semana, curiosamente dos días antes de mi cumpleaños #26, y yo me encontraba con expectativas muy positivas acerca de esa cita con Steve.

Él me recogió en su auto, y me encontraba disfrutando tanto del viaje, que no fue sino hasta medio camino que recobré la razón y le pregunté hacia dónde nos dirigíamos.
Vaya sorpresa al conocer su respuesta: iríamos a su casa.

Nuevamente entendí hacia dónde tomarían dirección las cosas, pero ésta vez algo pasó por mi interior, quizá curiosidad, quizá deseos de aventurarme, de arriesgar, de experimentar, de hacer algo loco, además de la fascinación que tenía con Steve, que ésta vez decidí dejarme llevar y ver qué era lo que pasaba.

Nos dirigimos a su casa, situada en un lugar bellísimo, que parecía un suburbio tipo los Hamptons, rodeado de vegetación. El día estaba conspirando a nuestro favor, tan soleado, despejado, tan perfecto.

Y comenzamos un idilio único. La mujer hecha glaciar por años, por fin comenzaba a recobrar su calor humano con cada acercamiento, con cada caricia de Steve.




Fueron unas horas increíbles a su lado. En todo lo que había vivido por estos últimos 25 años jamás me había sentido así.
Aún al momento de despedirnos me sentía increíble; era un buen pre-inicio de cumpleaños.

Conforme avanzaban las horas, el romance dejó de tener los efectos en color rosado, y me empezó a invadir la confusión.

Ese día me aislé completamente para tratar de entender todas las emociones que estaba experimentando. El día de mi cumpleaños se recrudeció aún más todo ese sentimiento de inseguridad, de fragilidad emocional y de confusión. ¿Qué diablos estaba pasando?

Pasé un cumpleaños lindo, emotivo, pero en condiciones emocionales sumamente delicadas. No lograba procesar nada de lo que había pasado.
¿Cómo era ésto posible si yo ya me había curtido con cada experiencia pasada? ¿No se suponía que yo ya estaba lo suficientemente fuerte para afrontar cualquier posible escenario que me presentara el aspecto romántico? Pues no era así. 



Los fantasmas de mi pasado fueron reapareciendo uno por uno; mis miedos se materializaron nuevamente, y presa de esa nublazón de juicio, no me permití tomarme más tiempo hasta calmar mi agitado mar emocional para actuar congruentemente con lo que yo quería tener con Steve.

Yo sólo buscaba a alguien con quién salir de vez en vez, pasarla bien, tener un trato cercano, sin involucrarme de lleno en una relación formal, salvo que las circunstancias de estar saliendo nos fueran acercando a ello, sólo si se daba el caso.

En un estado máximo de alteración emocional, le escribí un mensaje del cuál ahora me arrepiento de haber mandado, justamente al mismo momento en que él me había mandado en mensaje, una sensual canción que en absoluto y a la fecha no deja de recordarme ése día que pasé con él. Las comunicaciones se cruzaron, y en mi mensaje fui clara al decirle adiós, para supuestamente, vacunarme contra cualquier posible abandono o daño emocional que pudiera él causarme, tras haberme involucrado demasiado como lo hice. 

Todo fue contraproducente, y las cosas se pusieron tensas... muy tensas entre nosotros.
Mi mayor error fue meter sentimientos, fue arrastrar el mal pasado.

Pero en el fondo, entendí finalmente el propósito de Tinder. 


Todos buscan algo de ocasión, algo efímero, algo no emocional; a fin de cuentas, puedes tener más de una pareja compatible esperando por ti cuando la actual no resulta útil a tus propósitos o fines.

Posterior a Steve, seguí teniendo activo el perfil de Tinder, y me encontré con cada guapo personaje siendo cada vez más obsceno y descarado en sus intenciones. Lo único que hice de ahí en adelante fue burlarme de ellos, y bajarles el ego para luego bloquearlos. Me harté de Tinder y he decidido cerrarlo, para jamás volver a abrir esa caja de Pandora.

Y heme aquí nuevamente. 
Soltera, solitaria, y desmotivada de intentar algo con alguien por otro buen rato, y en definitiva negándome a permitir nuevamente que una app me acerque prospectos por conocer. 



Prefiero regresar al tradicional método de conocer gente en vivo, en persona, de manera totalmente azarosa, circunstancial.
Conocer gente a través de apps de citas se equipara a intentar la reproducción asistida o in vitro: te pierdes toda la espontaneidad, toda la diversión, ya que todo es artificial y prefabricado.

Recientemente por cuestiones de trabajo he cambiado de entorno. No me siento ilusionada al respecto, pero veamos qué ocurre en lo sucesivo.

Ya llegará el indicado. 

Con todo lo que me ha ocurrido me estoy replanteando: ¿quién es exactamente el indicado? ¿qué es lo que quiero ver en esa persona?

Encontrar a Mr. Right es un reto cada día más complejo de conseguir.


Emma














jueves, 5 de mayo de 2016

Las lecciones de mis Ex

Llega determinado momento en tu vida, en que ni la más elaborada muestra de interés romántico logra moverte una sola fibra sensible, y te produce más sentimiento cortar una cebolla, que una gran declaración de amor.

 Podrán dedicarte miles de canciones, indirectas en el caralibro, enviarte presentes de infarto que causarían la envidia de muchas o simplemente poner en marcha sus tácticas de conquista a través del tan obvio lenguaje corporal masculino, y para sorpresa de todos, tú simplemente estás inmune a emocionarte, para en cambio mostrarte fría e indiferente.


¿Les suena familiar?

No, no es que te estés convirtiendo en robot; es que posiblemente como me ha ocurrido a mí, ya lo has visto todo en tu vida amorosa: atracción inminente, montañas rusas de emociones, esa sensación de sentirse protagonista de un chick flick romántico de hollywood (de esos que nos han metido por intravenosa psicológica hasta las náuseas), hasta lo más profundo del desamor.
Sobre ésto último, tanto nos han maleducado para esperar demasiado de la pareja o el prospecto amoroso, que cuando no se cumplen las expectativas hollywoodezcas con sus perfectos y felices desenlaces en los que el protagonista masculino fue siempre osado y complaciente, tendemos a sufrir una gran frustración, nos decepcionamos y claro... aprendemos la lección.

No hay mejores maestros del amor, que aquellos que nos han descorazonado: los Ex.

¿Cómo aprendí a no emocionarme por cualquier muestra insignificante de interés por parte de alguien? Sencillo. Porque uno de los ex me dio la valiosa lección de no desarrollar un interés forzado e inducido tras el hecho de que una por error de cálculo una persona pudo haberte dado el beso de despedida en ése lugar equivocado y comprometedor llamado "comisura de los labios", y después de ello te formaste una idea de romance equivocado que al final terminó estrellándose en un amor no correspondido y un romance fantasma que nunca se concretó. La vida universitaria jamás habría sido tan agridulce sin esa experiencia... 


¿Cómo aprendí a seleccionar cuidadosamente con quién entablar algo romántico? 
Otro de mis ex me enseñó que debo conocer perfectamente a la persona y su entorno, antes que ceder al sólo impulso de entregar todo el contenido emocional, incluso si eso te lleva meses o años, antes que precipitarme a consumirlo todo en un instante, para que el desenlace sea amargamente efímero y frío.

¿Cómo aprendí a no forzar una relación? 

Tratando de resistir y forzar una relación que evidentemente jamás había funcionado ni iba a funcionar, hasta causarme una profunda herida derivada de la indiferencia y el descaro del ex.

¿Cómo aprendí a dejar ir lo que no me hace bien? Intoxicándome hasta el límite de una relación que no me hacía feliz.



¿Cómo aprendí a no fiarme de cualquiera que se acerque con flirteo tentador y obvio?
Gracias a otro ex, entendí que de los que más hay que cuidarse es de los salameros profesionales; creyendo todas las mentiras es como caí en cuenta de las verdades. 

¿Cómo aprendí a apreciar mi soledad? 
Todos los ex me enseñaron que no hay amor más puro e incondicional que el propio. 
Estando mal acompañada aprendí a apreciar la soledad, el ensimismamiento, al grado en que ahora vivo cuidando celosamente de ella.

Pretendientes van y vienen, pero al momento y con todo lo que llevo aprendido, cada vez está siendo más complicado que crucen mi umbral de aceptación, porque si una lección me enseñaron mis ex, es a seleccionar mis batallas.

Entonces, ¿qué sigue en mi porvenir amoroso? 
La llegada de Mr. Right sigue en suspenso! Será todo un reto, pero reto no es igual a matemáticamente imposible. Aún creo en el destino!

Emma




sábado, 19 de diciembre de 2015

25 años de soltera

Dedicatoria especial a todas aquellas mujeres que celebran el aniversario 25 (o más) del inicio de la relación con ellas mismas.

Más han sido las veces en que he vivido desengaños que le han desvanecido la tonalidad rosada a mis expectativas románticas, que aquellas en que he logrado enamorarme.

Constantemente veo en las redes sociales la felicidad y radiaciones de enamoramiento meloso que emiten las selfies de mis contactos con sus parejas; los ostentosos arreglos florales con tendencia a ornatos funerarios que mis amigas Facebook presumen constantemente en las noticias de inicio; ni qué decir de las conversaciones públicas de los enamorados a modo de comentarios con corazoncitos que no dejan ganas de emitir comentario alguno para contrarrestar ésa atmósfera virtual sobresaturada de melcocha que deja una sensación pegajosa al touchscreen de cualquier gadget.


-No entiendo aún por qué no tienes novio. ¡Si no eres nada fea! 
-¿Por fin, cuándo conoceremos al afortunado?



Esas han sido las frases más repetidas en mi historial de vida durante los últimos 10 años (tomando en cuenta que la vida amorosa comienza en promedio a los 15 años), sea en fiestas, reuniones o cualquier otro tipo de eventos sociales.


El que no me hubiera mostrado hasta el momento públicamente con una pareja, no implica que mi vida amorosa haya sido terreno estéril... todo lo contrario.

La extraña diferencia frente a la vida amorosa del promedio se ha debido a la manera en que cada tropiezo amoroso aconteció y finalizó.

Curiosamente, en mis 25 años de vida no he tenido hasta el momento el placer de referirme a algún hombre con la denominación de novio. Sí, tal como lo leyeron. En los 25 años de mi vida no he tenido novio.



Lo más cercano a ello han sido relaciones emocionantes y apasionadas por temporada, en las cuáles el móvil principal ha sido la atracción inmediata, que no implicaron en absoluto los protocolos tradicionales de una relación sentimental, y cuyo desenlace en su mayoría fue amargo y muy particular.

Tal como le ocurrió al protagonista de la película Novio por una noche, después de que un chico saliera conmigo, de inmediato terminó encontrando a la mujer de su vida.

Y ahí tienen a cada uno de mis ex: uno terminó casándose con su ex novia de toda la vida, otro más me engañó con una mujer 5 años mayor que él y ahora viven un intenso idilio donde las familias de ambos ya se conocen, y otro hasta es padre de familia.



En la otra cara de la moneda, admiradores no me faltan; lo que me falta es que ellos me atraigan.

Ninguno al momento ha logrado hacer que cuando menos piense en cambiar mi status Facebook.

Tras ésta confesión posiblemente les parezca lastimera mi situación, pero a título personal la verdad es que no lo lamento.


Aunque experiencias fugaces con agrio desenlace, dichas vivencias han resultado tremendamente enriquecedoras.
Sí, quizás he errado en mis elecciones de prospectos amorosos y eso me ha llevado a desenlaces poco deseables que probablemente a sus ojos me hagan lucir implacable, pero como ya lo advertí, eso es parte del secreto de mi fortaleza como persona frente al espectro del romanticismo.

Hasta el momento, no he sabido lo que es recibir flores como muestra de afecto y lo digo con orgullo. Sería agradable recibirlas alguna vez, pero el no hacerlo me ha enseñado a no depender de las muestras de afecto de alguien más para sentirme importante y querida.



Nadie me ha llamado cariñosamente por un sobrenombre (y la única vez que siquiera me lo propusieron, terminaron llamándome como a la otra); nunca me han llamado "bebé", "miamor", "mi vida", ni siquiera "pacharrito de mertiolate", por lo cual me siento cada vez más feliz y orgullosa de mi verdadero nombre.




Nunca he llevado a casa a algún novio para presentarlo con mi familia, ni mucho menos he tenido la experiencia de volverme parte del círculo familiar de él. No sé qué se siente ser la mejor amiga o la peor enemiga de la cuñada, o hacer méritos para agradar a los suegros.




Jamás he asistido en categoría de novia, como acompañante de un hombre a eventos de gala importantes para él.
Pero eso me ha enseñado a ser fiel a mi forma de ser, a desprenderme de la necesidad de agradar y complacer a los demás para ser aceptada.


Jamás he tenido un novio con quién planear posibilidades a futuro y proyectos de superación en conjunto, pero a cambio, he sabido tomar el control de mi vida y ambiciones para trabajar en ello de manera individual.





Nunca he celebrado aniversarios de noviazgo, lo que me ha mantenido alejada del drama que implica que a mi novio pudiera olvidársele la fecha y con ello, omitiera hacer algo especial por tal acontecimiento.
Tampoco he tenido la experiencia de pelearme con un novio, ni de vivir la reconciliación, lo que me ha mantenido sin distracciones que bajen mi rendimiento en otras áreas de mi vida.



Mi círculo de amigos hasta el momento no ha tenido conocimiento de algún novio que les presentara, para integrarlo a todas las actividades sociales. Pero ello me ha enseñado a divertirme por mí misma, sin necesidad de depender de una pareja para poder pasar buenos momentos, y aunque todos bailen en pareja, eso no me ha detenido de atreverme a bailar sola en la pista.

Nunca he tenido una selfie en pareja, ni álbumes enteros dedicados a demostrar a todos lo enamorada que estoy. En compensación, me he tomado selfies y fotos luciendo una presencia individual fabulosa que no ha necesitado tener por complemento a un hombre a mi lado.

Rara vez mis ex asociados románticos me hicieron algún cumplido o me denominaron "la mujer más hermosa en su vida", lo que me enseñó a valorarme a mi misma sin necesidad de buscar cumplidos ajenos o motivación externa para arreglarme.


Y como líneas atrás ha advertido uno de los comentarios que más me han hecho cuando se atreven a tocar el tema de mi vida amorosa, fea no soy.

A los ojos de muchos podré no ser Miss Universo, pero soy agraciada y agradable a la vista, me encanta cuidar de mi persona, alimentarme bien, hacer ejercicio, vestir bien, destacar en mi profesión, tener suficientes recursos para darme uno que otro capricho, y seguir explorando las infinitas posibilidades del universo romántico que pudieran vibrar con mi naturaleza, aunque sean estancias por tiempo limitado.

Sé cocinar desde los 8 años, dibujo, pinto, bailo diversos estilos, y realizo con gusto todas las labores del hogar; por si fuera poco, soy buena profesionista. Quizá el único detalle es hallar a quien me aguante el paso...



Alguien que pueda lidiar con una mujer vegetariana de nacimiento, que no fuma ni toma, con un carácter extremadamente intenso y fuerte.





Les avisaré cuando lo encuentre.

Emma













domingo, 12 de abril de 2015

¿Cómo hacer que una mujer se ría ...(de tí)?


Tratala bien, hazla reír, comprendela y escuchala, huele rico y... Ella te querrá como su mejor amigo.


Cuántos hombres no citan de manera recurrente y con cierta frustración ésta frase?


Casi siempre son los mismos que viven la amargura de verse ubicados en la temible friendzone, en el mejor de los casos y en el peor... son aquellos que quedan en nuestras listas negras de pretendientes jamás deseados.


La queja eterna del sexo opuesto es su supuesta interpretación acerca de nuestra lógica para seleccionar novio, ya que en muchas ocasiones he escuchado a mis amigos, colegas y cercanos decir que mientras más patan es un hombre, más nos encanta.


A todo hombre que opine lo mismo debo decirle que ésta es una total falacia.


En efecto los hombres patanes son indeseables, pero aquellos que te atosigan con tanta cursilería también gozan de nuestra antipatía.


Así pues, existen los hombres que nos hacen reír y los que nos hacen reirnos... Pero de ellos.

¿Cómo lograr que una mujer se ría de ti? 




De una vez por todas echen por la borda todo aquello que les enseñaron sus parientes o las revistas para caballeros sobre la conquista y tomen nota.






Ser demasiado invasivos











Esto aplica tanto para la interacción virtual como para la personal. 


Un like, un fav o un retweet nos agrada; lo malo es cuando todas las notificaciones y comentarios provienen de la misma persona y peor aún, vemos invadidas nuestras bandejas de entrada en inbox y dm con varios mensajes suyos all day, casi uno por minuto. (Lo siento por el cargo a su plan tarifario móvil, el wi fi propio o del vecino así de inutilmente gastado).



Tanta interacción virtual lejos de hacerlos parecer coquetos e interesados, los hace ver con cierto perfil psicopata-obsesivo y peor aún, como chicos sin mayor ocupación que vivírsela pegados al teléfono.


 En cuanto a la interacción personal, por ningún motivo intenten un contacto físico por mínimo que éste sea, hasta que no sea evidente nuestra simpatía hacia su persona. 
Y creanme, cuando una mujer muestra su simpatía o rechazo es muy clara.




Llamarnos por un sobrenombre















Hermosa, bonita , mamita, chula y el aún más odioso sobrenombre: princesa...

¿Es en serio?

Que nos llamen así no nos parece tierno, antes suena patético y un tanto falso.

Los sobrenombres son aceptables, pero les recomiendo usarlos únicamente hasta que logren caernos bien y siempre que nosotras estemos de acuerdo. 

Nada de llamarnos "mi amor" cuando apenas nos acaban de conocer y comienzan a tirarnos onda. 

Aunque de preferencia llámenos por nuestro nombre, que para eso nuestros padres se rompieron la cabeza cuando debieron registrarnos.


Llamarnos por un sobrenombre cuando aún no tienen nada seguro es desagradable, porque nos están forzando a aceptar por adelantado un posible compromiso que quizá no queremos, y además de presionadas, nos hace sentir a veces como si estuvieran refiriéndose a una niñita o a una mascota, lo que nos hace huir de inmediato o bien, reirnos de ustedes con nuestras amigas. 





Venderse como sex symbols









No hay nada más torpe y chusco que pueda hacer un hombre tratando de conquistarnos, que autopromocionar sus proezas y destrezas sexuales o que nos confiesen que trabajaban de strippers en clubes para mujeres , y peor aún, hacerlo como último recurso cuando ya es muy evidente que no tenemos absolutamente ningún interés en ustedes. 

Por favor, tengan la dignidad de retirarse en paz y sin venderse de ésta manera, que lejos de darles una esperanza con nosotras y provocar nuestro repentino interés, nos harán soltar tremenda carcajada obligándonos a recurrir al típico amigo que se haga pasar por nuestro novio para quitárnoslos de encima. 





No aceptar un No por respuesta





Ustedes piensan que para una mujer no hay nada más hermoso y romántico que tener un eterno enamorado siempre esperando por ellas....

¡FALSO! 







Lo crean o no, es molesto tener que rechazar al mismo hombre varias veces, varios meses y en distintas épocas.


Acepten la realidad: si los rechazamos una vez, la respuesta siempre será la misma, no importa que transpiren el agua de colonia más cara y exclusiva, usen el mejor traje, o manden tantas flores como para poner ya una florería o donarlas a algún festejo de XV años o funeral. Si no son nuestro tipo, sólo nos harán reír.



Tampoco cambiará nuestro veredicto el hecho de que se esmeren declarándonos su amor a bordo de un carro alegórico, un zepelin, o tras haber llenado cualquier estadio de pétalos de rosas con nuestro nombre.
Aún cuando sean más espléndidos que el novio en turno, siempre les diremos que no.


Les recomiendo tomar su amor propio y retirarse, que créanme, hay muchos peces en el océano dispuestos a aprovechar todas esas fiestas de pueblo y carnavales que gastan en vano por intentar ganar nuestro afecto.


 Y de una vez vámonos aclarando: nosotras no somos interesadas, son ustedes los que hacen éstos gastos de forma voluntaria y obstinada aunque ya les hubiéramos dicho que no.





Venderse como cachorritos en adopción





No hay cosa más graciosa y lastimera que ver cómo un hombre se describe a sí mismo al conversar contigo como un hombre desafortunado en el amor al que han tratado mal y que está buscando que lo quieran.

Peor aún, que te pregunten si tú los cuidarás y les darás amor.


¡Por favor, señores!

A todos nos han roto el corazón muchas veces, pero eso es algo que mejor deberíamos mantener en secreto y emprender una nueva conquista como si nada.

Estos chicos que hacen eso sólo me provocan esa sensación de bloquearlos de inmediato de mis contactos hasta nuevo aviso.



Alardear sobre todas las mujeres con quienes han tenido hook ups




*Hook up: Fajes, relaciones casuales, etc.



Hombre que toma sus conquistas de 5 minutos como triunfos, patán seguro.


Al mencionarnos ésto, ustedes de inmediato nos encienden... pero el sistema de alerta y escape.


Obviamente después de revelar ésta información, lejos de parecernos atractivos e interesantes, los veremos como unos gañanes engreídos que así como tuvieron sus aventurillas con otras, buscarán lo mismo de nosotras para luego volvernos sus conversaciones en el baño de hombres o en cualquier bar en estado mala copa (desde luego en su propia versión corregida y aumentada).












Ser demasiado directos










El que ustedes sean directos es un arma de doble filo: como puede ser una actitud bien recibida por nosotras si ustedes nos gustan o como pueda ser la información necesaria para huir de inmediato si de plano no nos interesan.



El decir a lo claro y muy antes de saber si están siendo correspondidos que quieren que seamos sus novias puede ser desagradable e incómodo para nosotras. 

Además, debo decirles que le resta toda la emoción al galanteo. 

A nosotras nos encanta que nos seduzcan, y el hecho de revelar desde un inicio sus intenciones le quita todo el encanto al juego de seducción que se convierte entonces en una simple secuencia mecánica o predecible paso a paso antes de darles el sí, por lo que podemos desinteresarnos en el proceso. 



Seduzcan, usen su ingenio, tengan un humor inteligente y ya veremos. 





Hablar de otras chicas



No falta el típico astuto que para captar nuestro interés intenta ponernos celosas hablando de otras chicas que le interesan y se le hacen bellas.


Por favor... si nosotras somos su interés directo, hacer ésto lejos de compungirnos y alterarnos los sentidos haciéndonos luchar por su amor, sólo nos hará estirar las piernas con la total tranquilidad de que no volverán a neciarnos por una cita, o a atosigarnos de cumplidos cliché simplones. 



Convertirnos en bodegas de peluches, flores y otras chucherías.














Cuando no les demostramos ninguna clase de interés, mejor dejen de suministrarnos tantas chucherías.
En serio, llegará un punto en que nos dan ganas de abrir nuestro propio Distroller  o Smuckers. 



Recuerden la célebre frase de The Beatles: Money can´t buy me love


Cultiven virtudes: sean magníficos deportistas, chefs, artistas... eso es lo que verdaderamente nos atrae.



Ser malos conversadores 









No hay hombre que se nos haga más aburrido, y nada interesante que aquel que no sabe conversar más allá de su limitado vocabulario y trilladas expresiones de conquista como:

"Oye, sexy!"
"Hola, hermosa"
"Cuánto mides?"
"Estás bien buena. Tienes Whatsapp"? 









Lo primero que ésto nos hace pensar es en la tragedia que supone que el ácido fólico sea un nutriente tan ausente en ésa clase de hombres.

En seguida nos preguntamos: ¿qué no tienen galantería y virilidad suficientes para encantarnos?

Jamás hagan uso de ninguna de éstas expresiones y sus similares, porque más que invitarnos a conversar, nos harán bloquearlos de todos los medios con una carcajada de por medio.

Ahora, suponiendo que no echaron mano de alguna de las expresiones antes mencionadas, y que iniciaron una conversación que a duras penas pueden sostener...

Créanme, no hay nada más aburrido que un hombre que no pasa de escribir "jaja", "oki", "sipi", "yep" o bien, que no tiene ni el mínimo indispensable de cultura general y se la pasa preguntando qué quisimos decir al utilizar alguna expresión en otro idioma o de qué persona estamos hablando que él desconoce y que sin embargo es, o un actor famoso nuevo o clásico, pintor, escritor, director de cine que todos deberíamos conocer por tratarse de un personaje de mucho renombre. 


De igual manera, es mejor charlar con un saco de patatas que con un chico que no sabe hablar de otra cosa que no sea sexo. 




Hombres: ahora saben los Do's y Dont's para que nos riamos con ustedes y dejemos de hacerlo de ustedes.


¡Los queremos más encantadores que conquistadores!



With Love






Emma