lunes, 15 de diciembre de 2014

2014: Liquidación de temporada

 A cada decepción le llega su olvido.
Tú te perdiste de un amor incondicional y yo me salvé de otro suicidio. 
    Éste 2014 experimenté completamente la vida y la muerte en 365 días: nací, morí y volví a nacer en 12 meses. 
¿Recuerdan al ilustre Enrique VIII? La conclusión de éste episodio de vida apuntó hacia su descarada traición:

Nunca me dio la cara de frente y en su lugar, hizo lo que conmigo no y dio por pública su relación con la niña Monterrey, quien ahora goza de la bendición real tanto de su familia como de sus amigos y de una muy conmovedora selfie que ambos tienen como foto de perfil.

María Bolena (yo) quedó conminada a retirarse a vivir al campo, sin el mínimo reconocimiento, sin la mínima consideración de alguien que me repitió una y otra vez que era una persona muy importante para él, más veces de lo que me demostró hasta el fin de ésta historia.
Tal como Jenna Hamilton, la protagonista de Chica rara: fui siempre el secreto de campamento de verano de un Matty Mc Gibben que la olvidó para formalizar con otra más y con ella sí hacer público todo. 

Ni una disculpa, ni un perdón pedido, ni siquiera una despedida madura como adultos que somos.
Sin el mínimo dolor de su ser, se destapó y admitió su puñalada por la espalda. 

Y ahora después de tan amarga experiencia de dos años en tremendo sube y baja, de ser La otra reina, ¿cómo recoger los pedazos del suelo? 

Que comience la Liquidación de temporada: el cómo superar una decepción amorosa. 

Shock inicial.

Todo comenzó una cuasi invernal tarde del 4 de diciembre del presente año, cuando para mi mala suerte lo primero que miré en Facebook fue:

M.C tiene una relación con E.E.Z, la niña Monterrey (recuerden que por respeto a la identidad de los involucrados, omitimos los nombres reales).

Tal como cuando Marc Anthony le pidió el divorcio a Jennifer López y ella le lloró a mares, peor aún cuando se enteró que él estaba por casarse... así me sentí.

De pronto un escalofrío invadió mi cuerpo, la sangre me subía y bajaba de los pies a la cabeza sin control, mi estómago comenzó a dolerme como si me lo hubieran pateado y... tuve que ir a vomitar. 

En seguida mi apetito se cerró por completo y comenzaron a darme unas nauseas terribles apenas me acercaban la comida.
Recuerdo que ese día lo pasé bebiendo pura agua. 

No sabía qué pensar, qué sentir... que lo primero que hice fue soltar una carcajada sin sentido; por una parte, tuve cierta felicidad porque la cadena de codependencia se había al fin roto; estaba libre! ese fue el punto final que ni M.C ni yo habíamos querido ponerle a tan tormentoso asunto. 
De inmediato pasé de la risa al llanto; era un llanto tan intenso y real, que me dolía el pecho de hacer tanto esfuerzo. Y del llanto, vino el enojo... un enojo profundo hacia la otra persona y conmigo misma.
¿Cómo es que dos años de mi vida en que le dí lo mejor de mí se le pasaron con tanta indiferencia? ¿por qué hizo exactamente lo que le dije  yo una y otra vez que me había lastimado en el pasado? y si lo iba a hacer ¿por qué se molestó en preguntarme para, como él prometió, jamás hacérmelo a mí?

Ése día parecía Wall street con todas sus bolsas de valores caídas; no sabía si iba o venía y en todo el día no pude concentrarme.
Para variar, esa terrible noche parecía haber sido picada por la mosca tse tsé del paludismo, pues mis ojos simplemente no se cerraron, y en su lugar, daba vueltas en mi cama con tremendo dolor en mi vientre. Para hacerlo peor, la selfie de M.C y su nueva novia no se borraba de mi cabeza y aparecía entre mis sueños, como si ambos estuvieran burlándose de mí. 
Era yo la que merecía estar donde la actual novia!!!



Negación:

Todos aquellos que pasamos por una decepción amorosa en el sentido más amplio (sea infidelidad, traición, abandono) entramos en un estado de negación, donde no podemos explicarnos por qué nos jugaron tan rudo, y evitamos afrontar la realidad de que la otra persona nos dijo adiós. 

Al día siguiente del estado de shock, no podía creer las circunstancias en que había todo terminado. 
Me negaba a creer que hubiese sido tan fácilmente reemplazable y más aún, pensaba erróneamente que lo mío con ésta persona aún no estaba por todo terminado, dado que ninguno había pronunciado de palabra y frente a frente el adiós definitivo.
M.C. no había cerrado el ciclo.

Ése día seguí sin poder comer del asco, bebí agua como camello en el desierto. Quería estar acostada todo el bendito día en pijama, cubierta de mil cobijas. 
Me sabía derrotada , pero con resistencia a aceptarlo. En clase de yoga, experimenté horribles mareos que no me dejaron hacer bien mis posturas. 
Lloraba y lloraba a escondidas, pero frente a todos seguí de pie, como si nada hubiera ocurrido. Yo misma me negaba a aceptar mi dolor por no ser debilucha
Obviamente después de procesar la noticia sentí un enojo tremendo y unas ganas de hacerle lo que Marc David Chapman a John Lennon, o piensen en cualquier otra situación de ésta naturaleza. 

No podía creer que me habían lastimado así.
Me negaba a aceptar que la persona que me hizo pasar el mundial de fútbol más emocionante, dos hermosas navidades y años nuevos llenos de cariño y conversaciones divertidas, dos cumpleaños con gran emoción, y un posible proyecto de relación... se habían ya esfumado para nunca más volver a ser lo que hasta diciembre de éste año fueron.




Aceptando mi dolor.

Dicen que en todos lados encuentras señales que te conducen al camino que te está destinado y es verdad: mi oleada de señales comenzó a manifestarse al día siguiente por cortesía de un singular programa de televisión que trata temas referentes al amor y las relaciones humanas y cuyo tema del día era El perdón

Cada consejo parecía hecho a la medida, e incluso ahí mismo encontré el permiso que yo misma me había negado y que es necesario para comenzar a trabajar en perdonar y finalmente olvidar: aceptar y vivir mi dolor.
No confundan ésto con el autocompadecimiento. Aceptar el dolor consiste en aceptar la realidad de las cosas y admitir todo aquello que te causa tristeza y que te molesta, mientras que autocompadecerse es estarte cargando de culpas que no te corresponden, mientras te tiras en la cama a sentir lástima por tí. 

Hasta éste momento de aceptación del dolor dejé de hacerme la fuerte, la infalible... admití que lo que me había pasado me estaba doliendo y mucho. 
Entonces decidí vivir mis más tristes y oscuras emociones, creando incluso la atmósfera para sacar cada sentimiento que traía (traigo, aún estoy en éste punto) atorado: puse la música más melancólica de mi playlist (where did you sleep last night, heart shaped box, in bloom de Nirvana, Evanescence, Avril Lavigne, Nickelback, daughtry, imagine dragons, linkin park, my chemical romance, the used, bullet for my valentine, zoé, hasta Belanova y su Rosa pastel, Justin Timberlake y su Cry me a river...), comencé a llorar, golpear mi cama, golpear con almohadas, y dibujé hasta el cansancio todo como lo iba sintiendo, hasta quedar dormida.

Sonará altamente masoquista pero vi la foto de ambos una y otra vez, hasta que no me entrara por completo la aceptación de la realidad. 
Cabe decir que seguí con el apetito cerrado, sin probar alimento y a puro líquido.

Y después de éste proceso de días, ocurrió. Lo acepté.

Durante ésta etapa mis amigos y familiares me han dado muchísimo cobijo, y he encontrado gran apoyo en personas que jamás imaginé, incluso amigos de otros países... les agradezco a todos y cada uno de ustedes.. saben bien quiénes son.




Borrando todo recuerdo.

Aún con mi dolor fresco, y tras hablar con mi instructor de yoga para pedirle consejo, tomé la decisión de crearme una muralla del olvido. 
Comencé borrando la foto de la pareja que durante la fase del dolor casi casi era como mi imagen de fondo de pantalla en el teléfono, continué eliminándolo y bloqueándolo de Facebook a él, a su novia, a sus amigos y sus familiares directos, como si éstas personas no existieran en éste mundo.
En seguida, borré todo recuerdo ligado a él, especialmente conversaciones y finalmente procedí a echarlo fuera de Whatsapp y por ende, de mis contactos telefónicos.

 Ésta persona se va saliendo de mi corazón, y no tiene sentido hacer su vida pesada cuando está dejando de importarme. Además ya descargué mis emociones con él en un modo que quizá no fue el más apropiado.
Suficiente.

Hay cosas en ésta vida que quedan fuera de nuestro control, contra lo que no podemos luchar porque no está en nuestras manos. 
Ahora, después de dos años de energía mal encausada, estoy dándome cuenta que muchas cosas han quedado abandonadas en el camino y hay que retomarlas; esas son cosas sobre las que sí tengo un control que por disgregar emociones, perdí.




Aprendiendo a perdonar. 

Pasaron los días y yo bajé 3 kilos y una talla. No hay mejor y más efectiva dieta que un desamor.
Anoten eso, chicas! 

El perdón y el olvido son los sentimientos más codiciados por el ser humano. Todos aspiramos a sentirlos, pero muy pocos realmente lo consiguen.
Ése es el reto actual: soltar, perdonar y olvidar. 
No sólo a él, a mí.
Ésta persona me hizo mucho daño, pero junto con él me ha enseñado las valiosas lecciones que he debido aprender:

Nunca dar una segunda oportunidad (o muchas oportunidades) a quien te falló a la primera o en más de una ocasión.
Aprender a dejar ir cuando no te sientes bien, aún cuando la otra parte busque retenerte.
A identificar cuando alguien ha dejado de quererte y procesarlo de la manera más madura posible
A decir las cosas en su tiempo y espacio pertinentes, sin guardarse ningún sentimiento. 
A establecer claramente los estatutos de una relación, sin dejar cabida a interpretaciones subjetivas de los sentimientos del otro.
A no permitir que te retengan con medias intenciones ni con mentiras piadosas. 
Que debo cambiar mi modelo de prospecto amoroso.

Pero sobre todo, que aún de aquellas experiencias que nos causan un inmenso dolor, aún detrás de esa persona que te causó el daño directo, está escondido un poderoso mensaje del destino; aún los grandes errores tienen por propósito llevarte hacia tu gran acierto.

Estoy cerrando ésta puerta para que así se me abra el mundo entero, ése mundo que es totalmente para mí. 

Así quedé como la Ramen girl o Chica de los fideos, película donde Brittany Murphy se ve compelida a reinventarse a sí misma por completo, tras haber perdido todo y tras el frío abandono de su prometido en pleno Japón.
Vuelve a replantearse su existencia entera: decide abandonar todo aquello que era, esas cosas en las que creía y en el camino le van llegando cosas mejores.

Quedé como la protagonista/autora (Liz Gillbert)  de Comer, Rezar, Amar, con un corazón y un alma en blanco, ideal y oportuno para trazar un nuevo rumbo, otra historia.

Tal como ellas, no pierdo la fe y he comenzado los cambios, iniciando por cortar mi largo cabello, dando por terminada mi vida como Emma la mujer ilusionada, alimentada de falsas esperanzas.
Hoy comienza una nueva era, otra persona ha nacido.

Adiós 2012-2014. Bienvenido 2015 y el resto de mi vida!!!!



Emma















No hay comentarios:

Publicar un comentario