viernes, 23 de enero de 2015

El amor en tiempos de los Millenials

Millenials: el término que se utiliza para definir a la incomprendida e interesante generación de aquellos que nacimos entre los 90's y 2000's, y que por tanto vivimos el paso a paso de los cambios en la humanidad, especialmente en lo que a tecnología se refiere. 







Lo mismo sabemos manejar un noventero discman, que los primeros teléfonos con mp3, hasta el iPhone 6 o su competidor Samsung Galaxy alpha, mejor inclusive, de lo que manejamos nuestras relaciones humanas.

Con un patrón generacional bien definido así por nuestra forma de ser, como por lo que usamos, a los Millenials nos distingue la forma en que sostenemos nuestras relaciones sentimentales, donde cosas como el romanticismo, el cortejo, la galantería o el amor presencial comienzan a convertirse en aspectos passé.

A continuación veremos los contrastes entre el antes y el ahora de todos los aspectos que involucran al amor y las relaciones para nuestra generación.

Ésto es:  El amor en tiempos de los Millenials.

Autoestima:

Antes, los principales jueces cuya opinión tomabas en cuenta para considerarte bell@ eran las personas más cercanas de tu círculo social: padres, abuelos, amigos, compañeros de trabajo y hasta ésa típica pareja de tíos con comentarios impertinentes.

Tu espejo era tu forma de apreciarte a tí mismo, y el autoestima te subía o bajaba con cada gesto, piropo o contacto visual del exterior.

Ahora, el principal parámetro del que depende nuestra autoestima son las redes sociales; el número de likes en tus fotos es un tóxico indicador que determina tu belleza y popularidad, al igual que el número de seguidores que tengas en Instagram

La fotografía ha adquirido para los millenials una importancia vital para sentirnos admirados, desarrollando cierta autoestima tóxica, con sentimientos de competencia y egocentrismo exacerbados.


-Mi foto debe tener más Likes que la tuya. 


Bien dicen que una ayudadita para salir bien en las fotos no hace daño; el daño es abusar de los filtros de Instagram o de Rétrica y venderle esa imagen a los demás, de tal manera que cuando te encuentras en vivo con las personas de tu red, ocurre el efecto Mc Donalds: la hamburguesa lucía más apetitosa en foto, de lo que es en persona.




En consecuencia, nos llevamos desencantos y nos estamos acostumbrando a mentir ante los demás.



Amor a primera vista.

Típico: te gusta y te fascina ése chico o chica que va contigo a clases o es tu compañero en el trabajo, pero casi o de plano no sabes nada de él o ella.

Antes, (y hablamos de apenas hace una década, cosa que aún nuestra generación vivió) debías hacer uso y gala de tu creatividad y habilidades como investigador para averiguar todo lo que más pudieras acerca de esa persona que te roba el sueño.

Si no te valías de un tercero para sacar todos sus datos, entonces debías armarte de valentía y coraje para tú mismo sacarle plática a tu prospecto amoroso y así obtener lo que quisieras saber sobre la persona.

Ahora, de igual manera no hay que molestarse para conseguir los datos de tu crush. Basta con conseguir su facebook, twitter o instagram para conocerlo de pies a cabeza, sin siquiera molestarte en hablar con la persona para verdaderamente saber todo sobre él o ella. 

En base a lo que observamos en su perfil, creemos saber todo de ellos cuando en realidad, no sabemos nada.
Recordemos que nuestros perfiles sociales reflejan quienes queremos ser y no quienes somos realmente.

Seguimos el enamoramiento entonces por la senda de las mentiras blancas, la idealización ciega y las relaciones despersonalizadas.

Cortejo.


Antes, para demostrar interés por una persona le invitabas un café, una comida; le dedicabas canciones sea en vivo o por la radio; era típico que los hombres ofrecieran flores a las mujeres, y se usaban cumplidos sinceros, creativos y galantes.




Conforme fuimos avanzando hacia la década de los 2000's, empezó a perderse la creatividad: era común que contratáramos servicios tan ociosos como roba-saldo, para que se te enviaran frases de conquista a tu celular y quemaras el ingenio de otros con alguien más.




Y fuimos de Guatemala a Guatepeor...




Qué felicidad!!! 




Conseguimos el facebook del crush amoroso y nos aceptó la solicitud de amistad.


Ahora, el cortejo consiste en mensajitos con emoticones vía whatsapp o facebook messenger con todo y sus inmensos stickers mandando besitos.


Nos esmeramos en subir fotos que muestren nuestra mejor vestimenta, partes del cuerpo o ángulos faciales para gustar al interés amoroso en cuestión, y que éste en realidad muchas veces ni se percate.


Si la cosa va más en serio, pues que tus 500 amigos o más se enteren por quién arrastras la cobija vía posts cursis en el muro de tu interés amoroso, videos publicados o bien, las tan trilladas indirectas sea mediante frases o memes aplicables al caso (y persona) concreto.

Nuestra creatividad para conquistar está totalmente masificada, estandarizada y muy despersonalizada. 


Enamoramiento.

¿Cómo nos damos cuenta si ésa persona que se lleva nuestros suspiros nos corresponde? 
Antes, las personas eran lo suficientemente obvias y directas para expresar sin rodeos en caso de corresponder a tus sentimientos de atracción y afecto.
En consecuencia, ya no habían dudas acerca de la correspondencia y compromiso entre tú y la otra persona; se marcaban de inmediato los límites y exclusividades y no existían ambigüedades que mermaran tu seguridad afectiva.

Ahora, toda señal tecnológica por mínima que sea es considerado indicio de interés por parte del otro; suplimos el andar deshojando margaritas para saber si me quiere o no me quiere, por el hecho de que se te conteste rápido un mensaje o sea simplemente dejado en visto, por si le puso o no like a tu foto o estados, si te retwitteó o puso fav o bien, si es tu más fiel seguidor en instagram.

Asímismo, estamos tan pero tan al pendiente de que aparezca el simbolito de notificación de mensajes de whatsapp, con las manos temblorosas de ansiedad y deseo de que se trate de un mensaje de ésa persona especial. 





Las conversaciones por el medio antes señalado o por messenger han suplido las salidas presenciales, y sea por falta de tiempo o exceso de distancia, lo más personalizado y presencial con que contamos es o Skype, o Facetime.




No sé si sea su situación, pero ¿acaso no se han topado con que en sus citas tienen cierto miedo o duda inconsciente a acercarse y tener contacto físico (abrazar o tomar de la mano) con la otra persona? 

Algo he notado desde la óptica de mi experiencia personal: últimamente nos cuesta mirar a los ojos del otro y sostenerles la mirada. 



La relación.


Últimamente dejamos en manos de los medios virtuales, además de nuestra autoestima, nuestros verdaderos sentimientos y el sentido de formalidad y compromiso.

Una relación ya no es formal porque las dos partes así lo acuerden; es formal porque ambos decidieron hacerlo público cambiando su status de Facebook, y por tanto, un vínculo amoroso tan íntimo y personal queda sujeto a la aprobación del resto de tus 900 y tantos amigos.



El parámetro que determina las intenciones de las partes entre algo serio o un verdadero enamoramiento es la publicidad que se le de a lo que hay entre dos amantes. 


Todos saben lo mucho que tú y tu pareja se aman (aparentemente), y son testigos activos de tu felicidad o tus peleas. 

Los detalles que tengas con el ser amado no valen, si no son presumidos a los otros vía foto. 

De ser algo privado, una relación se convierte en un espectáculo público donde inexplicablemente te encuentras rindiendo cuentas a los demás que nada tienen que ver.

Así es que gente que no tendría por qué saber los detalles de lo tuyo con otro como tus ex o inclusive otro interés amoroso saben el día a día, con todo y ridículas selfies incluídas....


Celos.

El like, retweet, +1 o Fav se han convertido en los nuevos motivos para provocar las escenas de celos entre parejas y crear suspicacias sobre supuestas infidelidades que no siempre existen.


Un like de tu pareja (sea accidental o con dolo total) en la foto de su ex o de una atractiva persona a quien acaba de agregar como amigo sea porque son compañeros de trabajo, escuela o bien, parientes lejanos o amigos de los amigos, es capaz de desencadenar un drama tan grande, que es digno de un talk show

A raíz de éste gesto cibernético tan simple, comenzamos a imaginar toda clase de historias de infidelidad que quizá sólo existen en nuestra mente.

Entonces nos volvemos celosos inseguros compulsivos. 





Rupturas.




Con el impacto de las redes sociales, los Millenials ya no sabemos cerrar ciclos; pasamos de una relación a otra sin darle explicaciones a la otra persona ni despedirnos de frente; simplemente bloqueamos al contacto que ahora nos resulta incómodo o sin más, dejamos de mensajearle para de la nada aparecer con la nueva pareja en la foto de perfil.

O todavía peor: nos autocalificamos de maduros al pretender seguir con la ex pareja en término de amigos Facebook o Twitter, aún cuando con nuestra negligencia de cerrar correctamente ciclos, le hubiéramos lastimado.

Nos está ganando la partida la desconsideración y la indiferencia emocionales.

En otros casos, somos presos de la insatisfacción afectiva; queremos lo que otros tienen de tal suerte, que no apreciamos nuestras propias vivencias en pareja y por el contrario, le exigimos a la otra parte cosas que no están a su alcance, siendo éste el principal motivo de peleas.



Infidelidad.



Incluso un tema tan propio de la conducta humana como es éste, se ha deshumanizando.

Hay una nueva manera de ser infiel: virtualmente.




Desde el inocente Like a una foto o conjunto de ellas, al evidente descaro de estar mensajeando a otro u otra cuando tienes pareja y lo peor: tu foto de perfil es precisamente una foto en que te encuentras al lado de aquella persona a quien le has jurado fidelidad y compromiso, la infidelidad ha alcanzado un nuevo nivel.

Los más astutos tendrán una cuenta oficial con relación y toda la cosa y otra extra en que se ostenten como solteros; sabrán utilizar perfectamente su configuración de privacidad y cuidarán perfectamente cada contenido para mantener todas sus velitas encendidas.


Es común que ahora la verdadera prueba de amor (más que el tener sexo) consista en pedirle a la pareja sus contraseñas para controlar sus mensajes... 

Y hablando de...


Sexo.




El sexo virtual y sus variantes (como sexting y video llamadas hot) están desplazando al sexo físico, sea porque uno se encuentre distanciado físicamente de la otra persona (relaciones a distancia) o bien, por falta de tiempo o lugares para el encuentro (la mayoría de los Millenials aún no salimos de casa de nuestros padres y muchos encuentran el ir a dar a hoteles o moteles un tabú).

Quizá el sexting y sus similares sean un ligero giro a la tendencia de pérdida de creatividad en las relaciones, y alimenta la imaginación; el único inconveniente es que tú no sabes en manos de quién terminarán tus fotos íntimas, videos o pensamientos más atrevidos...

Hasta el FBI puede darse por bien enterado y saber cómo eres en la cama. 



Ante tanta despersonalización en las relaciones, falta de claridad, indirectas, mentiras blancas al ostentarnos como quienes queremos ser y no como somos, dificultad de mantener un contacto personal, directo y físico, nula habilidad de cerrar debidamente ciclos, desconsideración y pérdida de la sensibilidad, los Millenials somos una generación más tendiente a las desilusiones amorosas y al desamor.




¿En qué nos estamos convirtiendo? 





Emma.





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